Todo desaparece de su vista, recuerdos que ya no volverá a tener, mira decepcionada su pasado, quisiera cambiarlo pero ya no hay nada que hacer. La muerte es su destino, se aferra a la vida pero esta ni la mira, pobre criatura comienza a llorar, piensa en cambiar cada segundo que ha estado en la tierra pero ya no puede volver atrás, su agonía es presa de los oídos de los demás, que la ven como en un vano intento se aferra a la vida, pero se acabo la cuenta atrás.

Su nombre no lo conocen, y jamás lo conocerán, no tiene relevancia en esta historia, porque esta historia importancia tampoco tendrá, es solo una mas… Algo que tarde o temprano también olvidaran.

Niña criada de padres extranjeros, nacida aquí en uno de los agujeros de esta triste ciudad, creció mirando de cerca a la muerte, pensó que si la entendía jamás podría atraparla, pero se equivocaba… como cualquier niña lo hace.

No tenia padre que la educase, pero amor jamás la falto, fue a la escuela y aprendió, creció como cualquier persona normal, al menos a los ojos de los demás. Su madre vino de manera ilegal, secuestrada y obligada a venderse como mero objeto comercial, lucho por dar a su hija algo más de lo que ella tuvo, lucho por ella, y eso es algo que siempre tuvo, el cariño que ella desprendía, la llevaba a nunca darse por vencida, fue fruto del dolor de una noche como cualquier otra, y de lo más triste, nació lo que más adora.

Ahora mira su lapida mientras aguanta las lágrimas, solloza y maldice, no hay Dios que consuele su perdida, tampoco humano que la anime. Ninguna madre debe sobrevivir a la muerte de sus hijos, eso todo el mundo lo sabe, y por eso maldice, aquel personaje que controla el mundo y tanto la lástima, siente lastima de sí misma, no hizo mal, ningún mal… Solo nació donde la tocó.

La muerte de su retoño la invade, siente aun la agonía en su pecho, mientras cierra la puerta de aquella sala. Debe seguir trabajando, debe seguir viva, recuerda aquellos días con su hija, la prometió cielo y tierra, y ahora ella sola lo recordaría. Ya no había gritos ni llantos, tampoco alegría…

La cara de la otra moneda, decían, pero todo el mundo olvidará en pocos días la historia de su hija, ella no lo hará, ella no podrá, todos olvidaran la historia de una muerte más, nadie recordará el dolor, nadie pensará en la madre, no es importante, es solo una mas…

Cogió el periódico como todas las mañanas, en las noticias salía, en primer plano la muerte de su hija, comenzó a leerlo con lágrimas en los ojos, y sintió la rabia que poco a poco se tornaba tan negra como la desesperanza que la invadía. ¿A quién le importaría aquella historia? Las personas olvidan, no recuerdan, no saben que fuera de sus acomodadas vidas hay algo más… Leyó una vez y otra vez aquella noticia.

“Hija de prostituta muere después de ser violada por uno de los clientes de un puticlub”

Bramó para sí misma, aquel hombre había bebido, aquel hombre la había tomado, aquel hombre se había ido, y cuando se fue, se llevo consigo a la única alegría que en este mundo había tenido.

Sintió ira.

Sintió dolor.

Sintió tanto como pudo.

Sintió tanto como resistió.

La venganza relució en su celebro como una idea siniestra, que sin embargo amo.

Ella era madre, ella sentía dolor, se nublo su vista y de sus actos nunca se arrepintió. Espero y planifico, logró luchar contra la desesperanza, logro luchar contra la tristeza, logró luchar contra aquel mundo que la devastaba y su venganza tomo.

Se crio, en el asfalto de la ciudad, como mujer de muchos hombres, como mujer que lucho para sobrevivir en un mundo del que no podía huir.

Aun oye los gritos mientras duerme enjaulada en aquella prisión. Escucha los gritos de aquel hombre cuando vivo le quemo. Aun escucha los gritos de su hija, presos del dolor… Si lo hubiera sabido, donde estaba aquella niña, venía de estudiar, nunca hacia mal a nadie y eso lo sabia… hubiera salido en su defensa, la habría protegido, hubiese dado su vida… pero ella solo de aquel triste desenlace se entero, no puedo hacer nada y eso es lo que más la dolió.

Pobre había sido toda su vida, y no había podido tener algo mejor que ofrecerla, si hubiese podido ser más fuerte, y más valiente, hubiera cogido las maletas el mismo día en el que su hija lo dijo. “Mamá seremos fuertes, tenemos que abandonar esta vida, trabajaré y ambas conseguiremos salir de aquí, no quiero que te hagan daño mamá, no quiero verte otra vez llorar”

Recordó las palabras de su hija mientras abrazaba a la almohada de aquella prisión.

-Hija mía…- Murmuró y todo en silencio quedo.

Pudo ver el reflejo de los ojos de aquella niña, y la sonrisa que jamás olvido. Ella le miró y la susurró al odio.

-Lucha mamá y aférrate a la vida, Lucha tú aún que respiras.

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