Largo encierro,
silencio eterno,
obliga al alma a encontrarse a sí misma.
No hay forma de huir
a aquello que odias,
a aquello que temes.
Sólo cambiar o renunciar
a lo que un día fue
y más nunca será.
Largo encierro,
silencio eterno,
obliga al alma a encontrarse a sí misma.
No hay forma de huir
a aquello que odias,
a aquello que temes.
Sólo cambiar o renunciar
a lo que un día fue
y más nunca será.
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