Oxidada la carcasa de los churumbeles veteranos,
Ahogados por la duda y
Atando el nudo de su horca sin siquiera saberlo,
Perdidos, confundidos, erradicando el culto raciocinio,
Con ayuda de los medios y el nuevo opio.
¿Acaso es tan opaco el mundo?
Mi retina está podrida en las calles del Sodoma,
Y aun persigo a la duda hasta extraviarla.
¿Y la ira?
La ira, se refleja en dientes,
Mientras aprieto el corazón bicolor de mi pecho
Con tanta ira que me abraza.
Por la impotencia que sucumbe
Hasta las almas más cafres
Por la clama que es insobornable.
¿Y la confianza?
Pues, La confianza, es cesar, con su cuerpo inerte,
En la curia del teatro.
Constantes preguntas que acosaban mi techo
Mientras lo tergiversado se consuma entre mis dedos.
Más que un parloteo mental,
Solo aclaraba mis dudas,
Mirándome desde otra óptica
Por un dolor interno.
Un dolor…
Que ni el perdón borraba de este cuerpo.
¿Y el pueblo?
Azotados, una y otra vez por la injusticia que nos abraza,
Por la impotencia que nos abruma,
Por la corrupción tan cara dura,
Que tiene domesticada a las masas.
Cordero, deja de ser presa de la presa,
Donde limitan tus ideas con televisivos,
Adictivas dosis de opio, para controlar tu testa.
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