«Hola, qué tal», buscaba.

«Te quiero», pedía.

«Lo siento, tengo prisa», encontraba.

«¿La última?», recibía.

«¿Cómo estas?», necesitaba.

«¡Ofertas!», y acudía.

«¡Taxi!», gritaba.

«Cerrado por inventario», veía.

«Me duele la cabeza», escuchaba.

«Dos azucarillos», exigía.

«Todos sois iguales», soportaba.

«Presente», y sonreía.

«Perdón», le excusaban.

«El siguiente», oía.

«Otra vez usted…», le reprochaban.

«La cuenta, por favor», exigía.

«Ego te absolvo», le perdonaban.

«Pase», le decían.

«¿Solo o con leche?, le preguntaban.

«Falta un papel», le urgían.

«Nadie me entiende», pensaba…

…Y no se equivocaba.

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