No te escondas
Soy una variable extraña,
una posibilidad ocurrente,
tengo gotas en el alma
que salieron de la fuente.
Y es mi meta hoy en día
regresar completo a casa
porque aunque duela la distancia
siempre estoy en el presente
y él no cambia.
Desmotiva la arrogancia,
me ensordecen los silencios,
voy pensando muchas veces
y otras me hablo a la vez.
Mi mente es maravillas,
la tuya también,
escuchá lo que te digan
pero no les creas al cien,
porque vos muy bien sabés
que de noche todo brilla
pero se despierta el día
y se vuelven a esconder
bajo prismas tímidos y oscuros,
¡bajo su propio ser!
Inseguro
Vas a salir
del caparazón
y disolver el miedo.
Vas a frenar,
parar el reloj
y detener el tiempo.
Gotas de tus ojos cayeron,
fueron muchas más
de lo que debieron.
Pero hoy no dejan de estallar,
comprimidos en latidos,
los efectos de un impacto espectacular:
el impulso excepcional
de soñar viviendo.
Y te guardás, tan en vano,
las palabras más honestas.
Te escondés, acomplejado,
en tu esfera negra de silencio.
Y contemplás, desde ese espacio,
la guerra interna entre tu miedo
y la desesperada gana
(que todavía te gana)
de disolverlo.
La salida
No es abrir los ojos
la cuestión
sino más bien cerrarlos.
Indagar en lo oscuro de vos
es el camino más rápido.
Y también duele.
No es hablar con tu amigo más cercano.
Es escuchar tu voz, esa interna,
que te susurra desde siempre,
que a veces grita y que siempre siente
y presiente en tiempo presente
lo ideal y real a la vez.
No es huir, mucho menos esconderse.
Para superar el miedo de no ser feliz
y de no saber cómo serlo
no es necesario ningún método
ni libros de autoayuda ni estímulos externos.
La salida es hacia adentro.
Mágico
Leí la señal que pasaba en cuatro ruedas
y, mirando las estrellas, una regla.
Vértices titilando, no en lo alto, en lo lejano,
se asemejan a un conjunto de complejas
y extrañísimamente simples esferas,
recorriendo un tiempo que no existe
entre soles y planetas,
pero vale más lo oscuro
que la luz en mi cabeza,
vale más cuando veo
que no tengo ni una certeza.
Y se entibia la cerveza y te enojás
aceptando que el momento es un final
sin ver la trascendencia.
Y tan íntimo y concreto lo sentí,
entre las sienes y en el pecho,
que de pronto el cielo se armó gris
y vi un poco más allá de lo que creo.
Fue tan mágico que a veces quiero
retenerlo.
Silencio
Cuando en la noche el silencio pesa,
hasta un sordo puede notarlo.
Porque el silencio es también espacio,
es quietud y niebla.
Pasaron años y no escuché
nada.
Habló mi voz y me di cuenta:
no fue casual.
Como si ya no fueras vos,
y te escondés detrás
de una luna
que ya no brilla tanto.
Reciclados los recuerdos
y el espejo amargado
pero pesa más la culpa.
Y de día, sin luna,
no atendemos a lo quieto.
¿Dónde está
ese mundo?
Autora
Abre la puerta de la rima
desde dentro.
Sale en forma de susurros
y algún grito intenso.
Pero no descansa en ellos,
los arroja, libres, al viento
y nadie más entra, nada más.
Usa letras como espada,
gran escudo: la palabra.
Y nadie sale por la puerta,
sólo ella
mientras por dentro descansa.
Sobre el tiempo y el amor
A veces el tiempo no cura
y a veces el tiempo no pasa,
a veces parece que avanza
pero no todo perdura.
Y vos, un punto perdido
en medio de tantas épocas,
tenés ideas intensas
y sueño matutino.
No llores sin después bailar,
hacé como el flaco y amá
hasta morir y hasta más,
a vos y a los demás.
A veces el amor cura
y a veces el amor pasa,
a veces por algo no avanza
y de todas formas perdura.
El portal
Crucé el portal
y vos ya no eras vos
y yo no estaba más.
El tiempo se esfumó,
mis venas brillaban
y no pensaba más.
Futuro ansioso,
pasado de dolor,
ya no están.
Casi despierto y no,
casi vuelo y
me quise quedar.
Yo no estaba más,
de nuevo el portal
y ahora más real
fuiste otra vez vos
y ya no volé más.
Imposible
Te encuentro frágil y tibio
como un cristal en mis manos
que si lo suelto me quiebra
y sostenerlo me agota.
Te encuentro más cuando estás lejos
porque de cerca ni te pienso,
nada pienso,
es que pesa más tu aroma
que las gotas de mis ojos
sin caer todavía.
Te encuentro en ideas
imaginarias e inconclusas,
en historias inventadas,
pero son la mejor musa.
Te encuentro dentro,
destruyendo cada juicio,
cada peldaño de la escalera
a lo que creo divino,
cada pensamiento que, efímero,
aparece cuando te olvido.
Te encuentro demasiado físico,
demasiado laberíntico
y poco estimulante.
Pero se me apagan los instantes oscuros
y brillo de nuevo si te cruzo por delante.
Confusa
Esfuerzo sin meta es vacío.
Carece de sentido
andar sin ganas,
buscar la nada,
amar un vicio,
esperar calma
donde habita el grito.
Ojos sin brillo no es mirada.
A vos te espera la almohada,
la mía está llena de lágrimas.
Correr descalza y
dormir de día
tal vez no resuelva nada.
Odiar fingiendo no es desprecio,
no sé qué es pero lo practico
y no resuelve nada
(todavía te escribo).
Ya no me esfuerzo y tampoco brillo,
a veces te miro pero finjo
y aún no he resuelto nada.
Sufijo
Suena este instante,
suena con el brillo de una voz.
Sueñan los males,
sueñan con prisa y temor.
Supe partir a algún lugar
alguna vez.
Supe callarme y continuar
sin resolver.
Su presencia cruel
a veces reclama atención.
Su palabra fiel
fue infiel en alguna ocasión.
Sublime ojo de paz,
mi tristeza se va, y llega el amor.
Sumisa mi atención,
sereno su andar.
Su mirada me habló
y supe callar.
Suspiro de color,
aroma de mar.
Su alma me vio
y tuve que hablar.
Metafórico
Susurros, suspiros,
su alma y su frío.
Sufijos, prefijos
y gotas de mar.
Caminan este altar,
y caminando se van
por las puertas del olvido.
El vaso de vino
quedó derramado,
sostenido por un árbol asesinado.
Y las guitarras, los libros,
reflejan la vida que le habría quedado.
Las sobras, los restos,
los trozos pequeños y sus sombras,
todo en un conjunto de maniobras
que a otra cosa humana dieron forma.
De hecho, en las formas
no siempre se aprecia lo esencial.
A veces, fugaz, la esencia se pierde de vista.
Cambio de página y quizás
le esté devolviendo algo de vida.
En un acorde, la,
puede que vuelva a su sintonía.
Las historias vienen y van,
matando a la mente en lenta agonía.
Flor
Se mueve una rosa,
la acaricia el viento.
Se muere y yo no lo siento.
Le caen los pétalos,
de a uno y, livianos,
aterrizan su vuelo.
Se van deshaciendo
ligeros y teñidos
de un color nuevo.
Se van disolviendo y se van olvidando;
se van convirtiendo en restos efímeros
de una vida que no veo,
de un pulsar que no respiro.
La tierra mojada los enjuga y abraza
por primera vez.
Se mece la flor y ya no es rosa.
Las nubes me cuentan que se fue.
Sin embargo ahí está su tallo
amarrado a la raíz que nadie ve.
Nace despacio una nueva forma,
nace la muerte de sus espinas también.
Autor
No es cuestión de tiempo.
Se asemejan, añejos,
los espejos al sol.
Encendiendo, fuegos,
nos van a consumir
como yo al cielo.
Y los eternos grises
ya no saben de sí,
como yo no sé de mí.
Laberíntico como esto
es mi divagar.
Los poemas ya no son
frutos del autor,
por más firme que sostenga
la birome.
No es cuestión de descubrir,
sino, de ver sin mente
y de sentir sin condición.
Así, ideas aparezcan tal vez
y podrás llamarte autor
(si mirás sin ver).
El arte de amarte
Admirarte no es mirarte
y querer ser como vos.
Admirarte es amarte
mientras, mirándote, sos.
Escucharte no es pensarte
expresando tu voz.
Escucharte es admirarte
mientras cantás tu interior.
Conocerte no es un arte,
es el arte de las artes.
Conocerte es una chance
que no perdí, gracias a Dios.
Contemplarte no es parte
de admirarte ni escucharte.
Contemplarte no es siquiera conocerte,
simplemente es lo mejor que puedo darte.
Ensueño
Sus ojos se asemejan a una estrella sin brillar;
una vez la enciendan, el universo va a estallar.
Es más, después de tantas noches vacías
seguro se quede un rato más
en ese espacio que ve tan cierto,
ese lugar que parece verdad.
Pero es pura comodidad.
Y sin pedir mucho, a veces se va,
navegando entre sus ideas rotas.
A veces comprende que no vale nada
caminar por las ruinas del malestar
a menos que aprendas a aprender algo
y luego, por fin, a dejarlo atrás.
Pero otras noches cae
y vuelve a soñar
con mentiras, engaños y falsedad.
Espera a que llueva para dejarse llevar.
Espera tormentas que no tengan final.
Lo que no sabe
es que el sin fin no llega
aunque parezca real.
Y vuelve a soñar.
¿Qué ves?
¿Qué ves en el espejo?
¿Te ves a vos,
o ves lo que pensás de vos mismo?
Cuando te ves,
¿mirás eso que ves?
¿Si lo mirás lo ves mejor,
o es lo mismo?
Ver sin mirar, mirar sin ver…
Para qué tanto enrosque, ¿no?
Si de todas formas y
por más espejos que nos pongan en frente,
nunca nos vamos a mirar
y nunca nos vamos a ver
(de verdad, a los ojos,
ni el reflejo del alma en ellos
ni nuestra propia piel).
¿Por qué lo que más refleja nuestro verdadero ser,
son los ojos con los que no podemos verlo?
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