El afán post carnavalesco,
donde los muertos vuelven a morir,
encandilados de tanta sonrisa.
Sollozo que empapa los parabrisas
del encierro en sus autos.
La alegría no está hecha para el día a día,
nos deja agotados, enfermos.
Súmense a los cementerios
que siempre cabe otro.
Los colores siempre pueden opacarse un poco más.
Regresen el día en que los abandone la culpa.
La culpa de reír.
La culpa del goce, de la monogamia.
Carnaval indecente de especies liberadas,
carnaval de fluidos nadando en los labios,
carnaval de gritos de abandono,
de vómito en los rincones de nuestros patios,
de la independencia de aquella patria
que debemos liberar.
Carnaval no establecido para siempre.
Una copa más quemándonos la garganta.
Otro humo huyendo de las bocas,
esas que se entrelazan y desnudan la moral.
Adiós a lo aprendido, no sirvo para esto.
Amén.
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