Había olvidado la gracia de escribir.
Hace tiempo no hablaba con mi mente,
las heridas se acumulaban lentamente
cada vez que pensaba y vivía la vida intensamente.
Mente, cerebro, felicidad
había olvidado que necesito un poco más.
No quería, simplemente, irme lejos,
y pedir ayuda con el corazón abierto.
Mientras tanto, pedía consuelo dentro de un laberinto de palabras
que demostraran sentimientos, ideas…
que sacara todo lo que había en mi cabeza,
que rindiera homenajes a mi tristeza.
Pero mientras la lluvia caía,
en un agosto común y corriente
me odiaba, y mi alma sin saber nadar
luchaba contra la corriente.
¡Espera!, Por favor espera.
¿Es acaso el mismo sentimiento de hace algunos años?
¿Es ese torbellino de impurezas rondándome?
O, ¿Acaso es lo mismo que me hizo tanto daño?
Olvidaba lo que quería decir,
invade mi alma cosas extrañas
impertinentes voces obligandome
combinando dolor con felicidad.
¡No sé qué pasa alma mía!
¿Puedes explicarme porqué dejaste de soñar?
¿Puedes gritarme y decirme que aún vivirás?
Oh no, ya no te puedo escuchar más.
Movimientos bruscos mientras escribo,
pensamientos dañinos, oscuros
palabras necias y corazón afligido.
Mundo sobrenatural que invade mi soledad.
¡Soledad!, Oh, soledad.
Eres tan hermosa pero, a la vez, tan fría
tanto que ya no te puedo aguantar
me lastimas, me invades, mi corazón desearía gritar.
Tus alas de dragones, escupiendo fuego
mente impura por pensar mal
menta desgraciada por no saber que en estos renglones palpar.
Perdóname, corazón mío,
por dejar tanto tiempo de soñar.
Y estoy, sigo estando con mi cuerpo,
sigo estando sin estar
permaneciendo dentro de un cuerpo mortal
que dentro de unos minutos dejará de respirar.
¡Perdonadme!, ustedes, población amante…
de las palabras que crean mundos,
de letras que llegan a este corazón impuro.
Perdonadme alejarme, perdonadme fallarte.
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