HISTORIA DE LA CALLE OLIVA DE PLASENCIA
No es una historia especial, ni fabulosa, sino la historia de la vida, la que ha reflejado esta calle, a través de las personas que han vivido en ella. Y por supuesto, que ha sido maravillosa.
No es ni demasiado grande, ni demasiado pequeña, es una callejón de barrio. De esos que se construyeron en los años setenta, cuando la ciudad de Madrid empezaba a crecer demográficamente.
Muchas personas de otros lugares, buscaban cobijo y la esperanza de un mundo mejor para sus hijos.
Prácticamente, como ahora. Porque también vive gente que busca lo mejor para sus hijos, para sus padres, para ellos.
Y esta calle, junto con sus hermanas, abrieron sus puertas a aquellas familias, que aún convivían con el machismo de la época, saliendo de una dictadura, que queramos a o no, ha marcado nuestra historia.
Siempre tuve la sensación, que aunque un corto callejón, albergaba los anhelos de cientos de corazones, ilusionados, con muchas ganas de aprender, de evolucionar, de demostrar a los mayores que un mundo mejor es posible, a pesar de los momentos históricos y sociales que hemos pasado.
Aún recuerdo, los pasamanos de madera, de los portales de las casas, y las calles apenas pobladas de coches. Y los portales enmarcados por esas cristaleras de cuadros.
Cómo, muchos niños de esa época, bajábamos a jugar a la calle, sin reconocer peligro alguno, salvo subir tarde y que te regañara tu madre. Porque tu padre, aún no había llegado de trabajar.
Y es, en esta calle y en otras como ésta, en las que hemos aprendido a montar en bicicleta, con las consecuentes heridas tras las caídas… porque las calles no eran tan rectas como ahora, tenían cuestas…. Y ahí hacíamos equilibrios.. Tampoco llevábamos casco, ni rodilleras. Jugábamos a las peonzas, pero a las de madera, que si a alguno se le iba … te jugabas un chichón.
Pero ha pasado el tiempo, también para la calle. Lo que antes eran calles de dos carriles, ahora visten cuatro, con arboledas centrales… Es verdad que había árboles a los lados, pero la vegetación, era más bien salvaje, un poco como nosotros.
No recuerdo los colores de mi calle, tan definidos, tan brillantes, parece que el tiempo, ha envejecido los recuerdos, al igual que las fotos… Porque antes teníamos fotos…. Pero impresas…….
Quién no tiene una foto, junto al coche de su padre, posando de lo más orgulloso, … era todo un recuerdo… sobre todo, porque fotografiar las posesiones, y la familia, era tener un status. Ahora tenemos Facebook.
Aún viven algunos de los vecinos que conocí hace 40 años. Ya están mayores, pero en mi recuerdo, los veo jóvenes, con sus hijos, sus idas y venidas, las discusioncillas de la comunidad, por temas domésticos, las mejoras de las escaleras, las aceras, las farolas de la calle, los jardines, el asfaltado….pero que poco a poco, se van difuminando en la memoria, como si se tratara de un bello sueño, que no se bien si ha sucedido.
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