La calle miraba al río todo a lo largo de la costa sur, especialmente sobre el final, cerca del puerto. Amanecía entre reflejos imposibles cada día, y de a poco se iba poblando de extranjeros que sólo la transitaban para llegar a otro lado, la usaban y en cada cegador atardecer la abandonaban sin más para irse a otras calles menos hermosas, menos todo. Los fines de semana, o quizá también los días de feria, en cada atardecer esa calle, y en particular esa cuadra florecía en tonos de ocre y naranja como regalándole a sus habitantes fijos, y a algunos fieles transeúntes un brillo y calidez que eran como un abrazo.

Ella miraba su cuadra entre suspiros cada vez que era necesario levantar la vista de su eterna lectura, lo hacía en parte para descansar pero fundamentalmente para confirmar cada tanto que estaba viva y que esa, su cuadra vivía también en ella. Ahí, sentada en el portal del viejo edificio con un libro entre sus delicadas manos y mil sueños presionando en su pecho olvidaba su edad, su nombre y su culpa. No le importaba nada más que navegar historias de otros y en el camino navegar sus propias historias, quería recorrer el mundo desde su cuadra, vivir mil vidas desde su vida.

El la miraba a ella desde su balcón sin disimular ni un poco, no hacía falta porque la vieja nunca miraba hacia arriba. Ella era parte del paisaje del barrio, junto con el río que parecía mar y los atardeceres pintados. Él llegó a pensar en ella como en un reloj perfecto, silencioso y que sólo marcaba las horas que él necesitaba. A veces, cuando su mente se escapaba más allá de lo esperado, cuándo lo real se doblaba frente a sus ojos y dudaba hasta de su sombra abría las ventanas, desesperado, sólo para encontrarla a ella, y entonces volver a respirar, tranquilo, como quien tiene un ancla a una cuadra amable que mira hacia un río infinito bajo atardeceres mágicos.

rsz_120150718_172301_hdr-2.jpg

FIN.

Calle Reconquista, Montevideo, Uruguay

rsz_rec.png

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus