Verano de 1985, en la calle General Moscardo de Novillas las bicicletas apiladas y los gritos de los niños, no conseguían hacer callar a la tía Francisca, todos los días del año, la vieja tía Francisca salía a su ventana enrejada a las diez de la noche aunque estuviera helando y cantaba. Nunca nadie había sabido el motivo, ni entendía las letras de las canciones, la tía Num contaba que llevaba así toda la vida y que, antes, era su madre la que cantaba, incluso aseguraba que su abuela ya cantaba. Siempre las mismas canciones imposibles de entender que una vez al año, el 15 de marzo, cambiaba para incluir una canción que según la tía Num era el cumpleaños feliz pero en aragonés, cuyo estribillo decía así: «Bufa, bufa, bufa ixas belas, bufa, bufa, bufa las ya». Pasaba así hasta las doce y se metía en casa. Mientras cantaba, la tía Pepa, gritaba por el balcón «¡cállate ya, vieja!». El tío Julián repetía una y otra vez: «pero, que dices, así no te entiendo». Los más jóvenes del barrio, en verano, se reunían a ver cantar a la vieja. A las diez menos cinco comenzaban a gritar: «¡Canta vieja, canta!».

Un día dos niñas del barrio, Leticia y Eva se propusieron descubrir por qué la vieja tía Francisca cantaba todos los días las mismas canciones y qué querían decir sus letras. Se decidieron a llamar a la puerta de la vieja casa donde la tía Francisca vivía sola, pero antes de que está les abriera, echaron a correr por el miedo que esa señora les daba. Debía de haber sido muy alta, pero ahora andaba encorvada, era muy delgada, su cara era todo nariz y unos ojos hundidos . Vestía una falda negra que le llegaba hasta el suelo con un delantal negro con puntillas. La camisa negra y una toquilla marrón con un pañuelo negro en la cabeza.

Las niñas entraron en casa de la ti Num, que les puso unas rosquillas huecas, madalenas y un vaso de chocolate para merendar. Decidieron sacar el tema de la tía Francisca y la tía Num les contó que las canciones estaban en Fabla un idioma usado en Aragón hace tiempo. Esto interesó a las chicas que se pusieron a recopilar todas estas palabras en un libro llamado «El idioma perdido». Un día la tía Francisca les contó que su tatarabuelo le había dicho que no dejará de cantar nunca para que la Fabla nunca se olvidará.

Hace años que murió la tía Francisca y en la calle General Moscardo todavía vive gente que asegura que a las diez menos cinco se escucha cómo unos niños gritan «¡Canta vieja, canta!». Cinco minutos más tarde, la voz de la tía Francisca vuelve a cantar. Hace un o s años está calle paso a llamarse CANTAVIEJA de . NOVILLAS (Zaragoza).

FIN

CAM003038.jpg

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus