Avenida Madrid, Zaragoza, España. El número me lo reservo.
Estábamos en 1969. Yo tenía nueve años cuando llegué al edificio en cuestión. Venía de un largo viaje. Mis padres, españoles residentes en Montevideo, habían reunido el dinero y el tiempo suficiente para visitar a su familia. Pese a mi corta edad, comprendí la emoción que significaba aquello. Estuvimos varios meses. Yo me hice amiga de un vecino que tenía doce años. Jugábamos, reíamos, me enseñaba costumbres de su país y yo del mío.
Mis padres tenían que regresar a Uruguay. No fue fácil despedirme de mi amigo. Una sensación de ahogo, se apoderó de mí; supe que para él también era difícil.
Avenida Madrid, Zaragoza, España. El número me lo reservo.
En 1978 había terminado el bachillerato; como premio mis padres me dejaron viajar, para ver nuevamente a mi familia y conocer España con ojos adultos.
Volví a encontrarme con mi amigo, que seguía viviendo en la misma calle y en el mismo edificio; él me esperaba. Habíamos mantenido correspondencia y nos conocíamos bien. Su abrazo me devolvió el aire que perdí cuando nos separamos.
La educación otorgada en mi hogar era digna de un convento. Y en mi país había una dictadura férrea; no se nos permitían las libertades que, por entonces, estallaban en España. Mi desconocimiento sobre el tema sexo era absoluto. Tampoco faltaba alguna que otra historia que me habían contado para darme miedo. Pero nuestros cuerpos pedían, a gritos, estar unidos. Entre las paredes de su casa, en aquel edificio situado en la Avenida Madrid, descubrí lo que significaba hacer el amor. Un mundo de exquisitas sensaciones me fue revelado. Lo amé con la pasión de los dieciocho años. Sin reservas, sin pensar en qué convenía o qué no, sin pedir nada a cambio. Solo queríamos estar el uno con el otro, lo demás no importaba. El resto del mundo, el resto de nuestras vidas y hasta la muerte, habían desaparecido.
La mirada de mi familia fue muy diferente. Alertaron a mis padres; ellos cortaron nuestro vuelo. Tenía que regresar. Debía emprender mi carrera, conseguir un empleo, ganarme lo mío y, entonces, podría elegir con quien deseaba compartir el camino.
Avenida Madrid, Zaragoza, España. El número me lo reservo.
En el 2014 mi hija decidió ir de vacaciones, con su compañero, a España. Habían recogido un dinero, después de tres años de convivencia, y querían viajar para conocer el país de los abuelos.
Me puse en comunicación con la familia, anunciándoles la llegada de mi niña con su pareja. Todos los acogerían con mucho cariño y les brindarían sus propias casas para que se quedaran en ellas.
A mi hija le pedí que no hiciera preguntas, pero que me trajera una foto de la fachada y de la puerta de un edificio. Sé que él todavía vive ahí.
Avenida Madrid, Zaragoza, España. El número me lo reservo.
FIN
AVENIDA MADRID, ZARAGOZA, ESPAÑA.
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