La escalera de María

La escalera de María

María siendo una colegiala leyó la obra de teatro “Historia de una Escalera”, de D. Antonio Buero Vallejo.

A pesar de su corta edad, las historias que en el libro se relataban, la sumió en muchos momentos de tristeza y temor, fue consciente de cómo el paso de los años provocaba duros cambios en las vidas de los inquilinos del inmueble. Sin saber muy bien el porqué, en su mente infantil se creó el concepto de que los cambios siempre eran tristes y terroríficos.

Ya han pasado años desde aquellos días de colegio, y María ya es una joven, soltera e independiente. Desde hace un par de años vive sola en su pisito reformado, con una sola habitación, salón-comedor, cocina y baño, justo lo que necesita. Lo que más le gusta de su piso son las vistas, cuando se asoma al balcón puede ver los jardines y la plaza.

Son los mismos jardines y plaza dónde jugaba en su infancia. Allí cada día, dejaba correr la imaginación, inventando nuevos juegos en los cuales participaban todos los niños del edificio y aledaños.

Unos días jugaban a las olimpiadas, utilizando cada calle para el desarrollo de las distintas pruebas, fuesen saltos de longitud, de obstáculos o carrera. Otros días jugaban a la tortura china (juego en que se cogían prisioneros y se les torturaba con cosquillas). Unos días al rugby, al fútbol o al béisbol con un palo y una pelota de tenis, y otros al pañuelo, al guiso, al elástico, a la comba o a saltar al burro.

Infinidad de juegos que poco a poco han pasado a ser recuerdos de otros tiempos.

El barrio, antes de la llegada del boom inmobiliario, estaba rodeado de charcas y campo, el croar de las ranas era su banda sonora. Esa ubicación era el escenario perfecto para llevar a cabo expediciones con navaja en ristre,  a la búsqueda de caña de azúcar, provocaron algún que otro disgusto, por cortes inesperados.

En las noches veraniegas, con la llegada de las plagas de mosquitos, los niños con zapatillas en mano, competían matando mosquitos contra la pared encalada del portal, para ver quién era el exterminador más grande de la historia.

La vena artística también hizo acto de presencia, con la representación del nacimiento del niño Jesús, muy propia de fechas navideñas, pero con la originalidad de haber sido representada en un mes de agosto, a más de cuarenta grados. Nunca se pensó que pudiera llegar a tener el éxito que cosechó, con la masiva afluencia de público, que obligó incluso al acordonamiento de la plaza.

María siempre fue una niña creativa, llena de imaginación, que siempre estuvo rodeada de amigos y amigas del barrio, tenía un cierto imán para atraer a los pequeños con sus juegos.

María siempre disfrutó de su barrio, de sus calles, comercios y vecinos, y quizás sea por eso que cuando llegó el momento de plantearse la adquisición de una vivienda, nunca se marchó muy lejos de la casa de sus padres, tan solo subió tres plantas cuando realizó la mudanza.

Curioso el destino, que la llevó a vivir su propia historia de una escalera, pero esta vez no le pareció ni triste ni terrorífica, era simplemente su vida.

   Fin

 

 CL RAFAEL ANDRADES NAVARRETE (MÁLAGA)

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