A pesar de ser verano, concretamente mediados de julio, llovía intensamente en Rubí. Las calles estaban desiertas y el agua corría hacia la riera buscando su curso natural. Antonio regresaba a su casa después de haber estado haciendo gestiones administrativas diversas para encontrar trabajo pues hacía un tiempo que estaba en el paro. El camino más corto de regreso, sin paraguas, era subir por la calle La Creu situada en el centro de la ciudad. Resultaba un poco incómodo ya que la pendiente de la calle provocaba que el agua de la lluvia bajara con fuerza y resultara inevitable mojarse. Poco le importaba esta situación a Antonio ahora que la lluvia le había calado toda la ropa y por los zapatos destilaba agua al andar.

Calle la Creu, Rubí (Barcelona)_calle entera

–  “¿Qué más me puede pasar hoy? – Se preguntó el joven mirándose de arriba abajo – La mañana ha sido una pérdida de tiempo y ahora esto.”

De pronto el cielo ennegreció; rayos y truenos empezaron a manifestarse con intensidad como si fueran la respuesta a su pregunta.

Cuando Antonio iba a subir las escaleras situadas al final de la calle un rayo cayó en el muro de piedra dejando una señal. El estruendo resultó inmenso y dejó helado a Antonio.

–  “Esto pasa por preguntar antes: ¿Qué más podría pasar hoy? – Se dijo a sí mismo. Ésta es la respuesta: ¡Que me parta un rayo!

Mientras Antonio seguía atónito se iluminó la calle en la que se encontraba con tanta intensidad que parecía amanecer. El chico no se detuvo y llegó a su domicilio corriendo y bastante excitado.

Cada mañana Antonio salía a correr durante una hora por las calles centrales y cuando hacía el camino de vuelta a casa, en el tramo final, subía por las escaleras del Carrer de la Creu. Esta calle no era una de las idóneas para  transitar por ella y menos corriendo, a pesar de ser peatonal, porque los adoquines estaban en mal estado a causa de las aguas subterráneas y resultaba fácil que en algún momento se produjera una lesión. Sin saber por qué cada día pasaba por ahí, quizás porque la calle conservaba su encanto de otra época pasada al compartir el muro original de piedra donde años atrás existió una fuente con escaleras de piedra. Esta calle era el enlace entre los dos niveles de la ciudad: la parte baja con la parte alta y en la actualidad existían comercios y tiendas.

Calle la Creu, Rubí (Barcelona)

Una mañana a las 9:45 Antonio regresaba de su vuelta matinal cuando tropezó con un adoquín y…

–  “Aihh– Exclamó con fuerza.

Antonio sintió un gran dolor en el tobillo. Se había quedado inmóvil, sin sentido. Una extraña sensación se apoderó de él.

Los días de fama y reconocimientos destacados quedaron atrás. Cuando se aislaba temporalmente de su entorno directo encendía una barrita de incienso, se emocionaba…, proyectaba…, imaginaba un futuro brillante…, Alguien dijo un día:

Si no te gusta tu mundo. ¡Invéntalo!

 

CALLE DE LA CREU, RUBÍ ( BARCELONA)

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