El progreso definitivo

El progreso definitivo

LAURA ORTUÑO

20/02/2013

Levantará la persiana, y un blanco refulgente le cegará la vista. Por un momento creerá que es nieve y se preocupará. Odia la nieve; a pesar de todos los avances tecnológicos de la última década los fenómenos atmosféricos seguirán suponiendo un problema para la recepción de las señales inalámbricas. Pero no, los tejados de las torres de edificios y las hileras de árboles desnudos, replantados simétricamente a los lados de la carretera, tan sólo reflejarán el albedo de una nube brillante que cubrirá todo el cielo sin distinción. Se apartará de la ventana para dirigir su mirada al ordenador. El proceso de descarga se habrá completado. Sólo tiene que pasar el chip usb por la lente láser de su muñeca y en menos de dos minutos habrá asimilado la lectura de la bibliografía completa de Marcel Proust. Le quedará la tarde libre para hacer lo que quiera.

El progreso que supondrá la integración de un microprocesador en el cerebro capaz de interpretar binario será inimaginable. Ahora cualquier persona podrá aprender cualquier tipo de información como hacen los computadores al instalarse un programa, no habrá más que introducir el archivo apropiado. Existirán programas para aprender bricolaje, papiroflexia, artes marciales, piano, conducir, incluso carreras universitarias enteras serán descargables en cuestión de horas. Normalmente se podrá aprovechar los intervalos de sueño para acelerar el proceso de aprendizaje, así cuando la materia tratada implique estimular ciertas áreas del cerebro para emular la vivencia de experiencias físicas no interferirán con la motricidad real. De esta manera todo el mundo sabrá hacerlo todo. El conocimiento estará accesible a cualquiera.

Chequeará sus emails, por undécima vez en el día, sólo por mera rutina. Un mensaje sin abrir aparece marcado como urgente. No conoce al remitente. Lo abrirá con anodina curiosidad. Se le cita a las cuatro en la esquina con Tim Berners Lee. Vacilará un minuto o dos, mirará el reloj digital de su muñeca un par de veces y lo comparará con el estandarizado del ordenador. Saldrá a la calle, embriagado por un sentimiento de pérdida de tiempo. Normalmente no necesita ir a los sitios para tener lo que necesita. Incluso sus amigos están más disponibles online que en la vida real. Pero la curiosidad ha podido con él, el email era demasiado específico, y le prometía un puesto de trabajo.

De camino se encontrará a gente extraña arrasando pequeñas tiendas de barrio, sobre todo de productos comestibles. Es habitual que a la gente a la que se le agota el subsidio social se vea abocada a obtener los productos de primera necesidad por la fuerza. Tan sólo los que disponen de los coeficientes de inteligencia y los tests de genética más aptos obtienen los escasos puestos de trabajo necesarios en la sociedad que no son realizados por máquinas, los conocimientos imprescindibles se aplican posteriormente por código binario de manera sencilla y sin esfuerzo. Los demás individuos reciben una pequeña pensión destinada a fomentar los valores creativos. Cualquiera puede ser fuente de inspiración artística, empresarial o científica, eso es lo que esgrimen los valores de la época.  

Cruzará la calle sin mirar, los pilotos automáticos se encargan de esquivar objetos que desprendan calor en el espectro infrarrojo automáticamente. Llegará al punto de encuentro y se topará con un hombre bien vestido. Se mirarán con recelo, pero con un simple escaneo de huella dactilar sabrán que son quienes dicen ser. El hombre le dará un sobre con un papel escrito a mano dentro. Es la forma más segura de transmitir información no interceptable. El hombre desaparecerá, y aún no se habrán dirigido la palabra. Abrirá el sobre, y lo leerá con cuidado. Se le encomienda una misión especial ultrasecreta. “Sobran personas” rezará la carta “Debes eliminar a los nombres que se te asigne para mantener el equilibrio económico estatal. No debes preocuparte, son miembros prescindibles de la sociedad. La carta se autodestruirá en 10 segundos. Si deseas formar parte del proyecto di sí en voz alta. Se te pagarán 2000 binarios por trabajo realizado.” El papel se incendiará en el acto, como si un rayo láser interespacial hubiera localizado sus coordenadas y prendido fuego.

Dirá –sí-.

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