-No sé cómo ocurrió.
He despertado, he corrido las cortinas y he visto el pequeño sol. Amanece.
Compruebo con el detector lo que ya sospechaba: efectivamente están altos los valores de las norepidafinas.
-Otra vez.
No es conveniente, lo sé, pero he desayunado feniletilamina. Al menos así podré compensar y -tal vez- equilibrar las serotoninas y las melotoninas.
Todavía el sol ptolemáico no ha hecho la mitad de su recorrido y me sobra adrenalina. Tendré suficiente energía para todo el día y quién sabe, probablemente durante un tiempo. No lo he dicho, pero observé que la vasopresina también estaba alta.
No obstante, lo que más me sorprende es la cantidad de dopamina que se ha activado. Por eso me acerco y aunque he tomado una dosis del regulador de la oxitoxina, enlazo la distancia. Me aproximo.
No veo, pero oigo el corazón, el riego sanguíneo, el silencio. Cercanos.
-Ha ocurrido.
-Otra vez.
Tu sonrisa, tu beso.
Se ha ido el sol.
-Quiero del día ser tu último beso.
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