La camioneta avanza rumbo a Veracruz. El abuelo conduce con ceño hosco. No fue fácil convencerlo de llevar la camioneta de la hija. No hay como su coche: veloz, transmisión manual, excelente agarre en las curvas. Manejarlo es un placer, lo hace sentir como piloto de la fórmula uno, mejor que el Checo Pérez o Alonso, y no un gordo y viejo chófer de autobús como se siente ahora.

Cuatro horas es muy pesado para unas niñitas tan pequeñas, le aseguró su hija,la tele las entretiene buena parte del camino. Al final cedió ante el temor de tener que soportar el llanto de las niñas durante kilómetros; ya se encargará él de divertirlas viendo los animales,el campo verde, los montes o descubriendo figuras mágicas en las nubes y no mirando una tonta película.

Apenas llevan unos minutos en la carretera cuando la nieta mayor, que aún no cumple los cuatro años, pide a su abuela que ponga la peli. El abuelo observa de reojo. La abuela diligente busca en el montón de CDs, en un dos por tres inserta el disco, aprieta varios botones y listo: empieza la función. No entiende de dónde sacó ella esas habilidades: hace años que usa el ordenador, tiene un ipad y un teléfono con muchas más funciones que el suyo. Vuelve a enfurruñarse.

-Abuela está en inglés -se queja la niña. Una sonrisa se dibuja en los labios del abuelo. ¡Ya está! veremos ahora cómo se las arregla. La abuela apachurra justo el botón que la cambia al español y además transfiere el sonido al asiento trasero. Suena un teléfono. El abuelo pregunta ¿el tuyo o el mío? El tuyo responde ellla. Suelta una mano del volante y se palpa los bolsillos, levanta el trasero, se agacha, ¿dónde demonios está? cuando lo encuentra, ya han colgado.

Una hora después se acaba la película. El abuelo feliz señala una vaca aquí, el caballito allá, un dragón en la nube. Canta. Las niñas piden un sandwich y el biberon. El tráfico se hace pesado, apenas avanzan. Al llegar a la caseta de pago se enteran que ha habido una volcadura. ¡Mierda! exclama furioso el abuelo. La pequeña se pone a llorar, la mayor quiere hacer pipí.

La abuela pone otra peli, vuelve la paz por un rato. 

Eta no, dice la pequeña, que tendría que haberse dormido hace un buen rato. Eta no, eta no. La abuela le pasa el ipad. Otros diez minutos de paz. Abuela, tú tú, dice la pequeña. Sí bonita ya casi llegamos a Veracruz y vamos a nadar y a ver los pecesitos, contesta el abuelo. Abuela, tú tú, repite la niña. Sí a Veracruz bonita, ya falta poco, cierra tus ojitos y a dormir, dice él. Abuela tú tú ¿Qué quiere? pregunta la abuela a su hermana. Que la conectes a You tube. No bonita, aquí no hay Wi fi, dice la abuela y le pasa una galleta.

WIFI y TÚTÚ, grita el abuelo señalando una espesa nube gris ¡los ves?

El abuelo está loco, concluye la mayor.

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