Me llamo Carlos, tengo 25 años, estoy estudiando ingeniería en telecomunicaciones. Me consideraba una persona resolutiva, ingeniosa e inteligente. Ahora no estoy tan seguro y todo gracias a una mujer de 80 años, mi Yaya Abdosía.
El verano pasado tuve que irme al pueblo porque necesitaba aprobar unos exámenes, quería tranquilidad, así que pensé que un tiempo con la Yaya sería perfecto. Que equivocado estaba.
Todo comenzó una mañana como cualquier otra, me desperté, revisé mis mails, mi facebook, twitter, whatsapp, las 4 webs en las que soy moderador. Pasé unas horas navegando por mi viejo y conocido amigo “el ciberespacio”. Esa fuente de información y conocimiento, tan solo a un clic de distancia.
Me disponía a estudiar, cuando de repente.
Yaya- Ingeniero, el frigo está haciendo ruidos raros.
Carlos- Yaya, seguro que no es nada, ese frigo es muy viejo.
Yaya- Esto no es normal.
Después de hacerme a la idea de que no me iba a dejar en paz me dispuse a ir a la cocina para ver lo que pasaba. Efectivamente el frigorífico estaba haciendo un ruido extraño, pero no era el único, creo que en esa cocina todo tenía su melodía particular, pero mi yaya insistía que ahora había un ruido nuevo. Para no discutir comencé a examinar el frigorífico, sin saber exactamente lo que estaba haciendo. La Yaya le daba golpes con una fuerza increíble, para una persona tan pequeña como lo es ella.
Carlos- Yaya, deja de pegar al frigo.
Yaya- Estas cosas están hechas para aguantar muchos años.
Carlos- Creo que este frigo ha pasado ya ese límite.
Yaya- Seguro que si le damos los dos juntos se arregla.
Carlos- Antes de eso vamos a probar otra cosa.
Yaya- ¿Cómo qué?
Después de esa sabía pregunta, me di cuenta que no tenía ni idea.
Carlos- Deja revisar en Internet, seguro que a alguien le ha pasado lo mismo.
La Yaya nunca se había fiado de todos mis aparatos con lucecitas, como ella los llamaba, decía que simplemente te atontaban.
Yaya- Tú eres ingeniero, algo sabrás ¿no?
Carlos- Pero de frigoríficos no, yaya. Soy ingeniero en telecomunicaciones.
Yaya- Pero eres ingeniero ¿no?
Carlos- Sí, pero…déjame ver que averiguo.
Yaya- Pero no te vayas, tienes que arreglarla.
Carlos- A eso voy, pero necesito averiguar unas cosas en Internet
Yaya- Interné, tantos estudios para nada y tiene que preguntarle a otros.
Me dispuse a ir a mi habitación para buscar por foros o ver un manual para poder entender que era lo que estaba pasando con esa máquina, aunque lo tenía muy claro. Estaba vieja y había que tirarla.
Carlos- Yaya ¿Qué marca es el frigorífico?
Yaya- Aquí dice Pilips
Luego me di cuenta de que era mejor que buscara yo esos datos, así que me llevé el ordenador al salón, me acerqué para poder mirar el número de serie, pero este se encontraba detrás. Tenía que moverlo. El frigorífico pesaba dos veces más que yo. Después de ver mis repetidos fracasos de moverlo, la Yaya intervino.
Yaya- Así no vamos a ningún sitio. Yo la muevo todas las mañanas para fregar detrás.
Nuevamente con una fuerza que sigo sin entender de donde saca y con un tubo haciendo palanca, logró moverla.
Yaya- Ves que no es tan difícil.
Con el número de serie por fin pude encontrar información. En unos foros decían que era el cable rojo que salía de la parte de arriba estaba desgastado y había que cambiarlo, otros decían que el motor se había quemado, pero que si hacía ruido aún podía arreglarse. En otros decían que ese frigorífico no tenía motor y que seguramente se lo habían añadido de otro modelo. Incluso me descargué una app en mi móvil, que me mostraba una recreación del motor dependiendo el modelo pero la verdad es que me encontraba con demasiada información y el tiempo pasaba. La Yaya se estaba desesperando, comenzó a toquetear cosas, mientras le leía lo que decían los foros. Ella decía que nada de lo que estaba leyendo tenía sentido.
Después de un tiempo dejé de escucharla, estaba sumergido en el manual del frigorífico que por fin había podido encontrar en un blog de neveras retro.
Me dieron ganas de ir al baño, así que me levanté. Mientras estaba en el baño, oí unos ruidos en la cocina. Lo único que podía pensar es que la yaya había armado algún jaleo y tendría que arreglarlo yo. Salí desganado del baño, no quería pasar mas tiempo leyendo manuales de frigoríficos de hace mil años.
Pero cuál fue mi sorpresa, la yaya estaba terminando de mover la nevera.
Yaya- Ya está ingeniero, gracias por tu ayuda.
Carlos- ¿Ya funciona?
Yaya – Sí.
Carlos- Pero ¿Qué ha pasado?
Yaya- Me he cansado de esperarte, llevas horas leyendo y no te has acercado ni una sola vez al frigo.
Carlos- Estaba leyendo para poder arreglarla.
Yaya- Bueno mientras tú leías, yo vi que uno de los cables estaba suelto y una parte tenía un color extraño, así que fui a ver a Facundo.
Carlos- ¿Quién es Facundo?
Yaya- El vecino, tiene una nevera igual que ya no usa. Le sacamos el motor y lo cambié por el mío.
Carlos- ¿Así de simple?
Yaya- Supuse que eso haría algo, y si no funcionaba pues seguiríamos buscando, es así como se resuelven las cosas. Hay que probar.
Carlos- Pero ¿Cuándo pasó todo esto? Me fui hace un momento al baño.
Yaya- Llevabas mucho tiempo leyendo tonterías en la interné
Carlos- ¿Lo cambiaste tú?
Yaya- Claro, que iba a hacer, esperarte a que terminaras de investigar. Si no pueden ayudarte, hay que hacer algo. Tampoco es tan difícil.
Carlos- Ya lo siento abuela.
Yaya- No te preocupes, seguro que ahora sabes más tú de frigoríficos que yo, con todo lo que has leído hoy.
Me quedé de piedra, la yaya de 80 años sin ningún tipo de estudios había sido capaz de arreglar un aparato, que aunque no es un acelerador de partículas, es una máquina con sus complicaciones. Yo me había pasado toda la mañana investigando por foros, leyendo manuales y seguía sin saber como funcionaba el dichoso aparato.
Así que dejé aparcado los estudios por ese día, y me dediqué a irme por el campo con la Yaya, creo que tenía demasiada información en mi cabeza y tenía que aprender a ser práctico y en eso ella es la mejor.
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