– ¿Estás bien? – preguntó Elena.

– Sí… – murmuró David.

– Te noto algo distraído.

– Tan sólo reflexionaba…

David era dado a interiorizar sus preocupaciones, así que Elena no preguntó.

– Se te va a enfriar – Elena hizo un gesto con la cabeza, mientras depositaba la mirada en el plato de David.

David dedicó unos instantes a observar la generosa ración de sopa de arroz que se encontraba delante suyo. Cogió lentamente la cuchara, la introdujo en el plato y acto seguido se la llevó a la boca.

Tras degustar la cucharada de sopa sin mucho entusiamo, levantó la cabeza y miró a Elena.

– ¿Sabes que al 81% de mis amigos les gusta la sopa de arroz?

– Vaya… – respondió Elena, tras una breve pausa.

– ¿Quieres que te diga cómo lo sé?

Elena no dijo nada. Conocía la respuesta, pero parecía que David quería llegar a algo.

– Lo sé porque me lo ha dicho el plato – dijo David, mientras señalaba el borde del plato sopero. Un panel electrónico se encargaba de mostrar la información.

– Claro – asintió Elena -. Está conectado por Wifi.

– A eso me refiero – respondió David -. ¿Para qué necesitamos exactamente un plato con Wifi?

– Bueno, también aporta otro tipo de información, como la temperatura del plato, las calorías o el desglose alimenticio. Tampoco es que lo necesitemos realmente, pero ya sabes cómo funciona esto. Cada uno elige de qué quiere ser esclavo…

– ¡Exacto! – exclamó David – La pregunta es, ¿el progreso surge de la necesidad o la necesidad del progreso? Porque francamente, a veces uno contempla el camino que está recorriendo y no sabe a ciencia cierta si está avanzando o está andando en círculos.

La cara de David reflejaba cierta molestia, aunque su voz sonaba calmada.

– Necesitamos herramientas para conseguir optar a ese progreso – respondió Elena -. La tecnología nos brinda facilidades, pero también nos genera dependencias.

– Es cierto – asintió David -. Nuestra libertad siempre estará condicionada por el uso de la tecnología. Sin embargo, dependemos de ella en la misma medida que ella de nosotros. Si queremos avanzar por el camino del progreso, nos vemos obligados a diferenciar lo que mejora nuestra condición de lo que sólo la distrae.

Elena se quedó mirando fijamente a David.

– Creo que le estás dando demasiadas vueltas.

– Puede ser – respondió David, antes de introducirse una nueva cucharada en la boca.

– Al fin y al cabo, sólo es un plato de sopa…

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