La sombra de las luces

La sombra de las luces

Laura Beatriz

28/01/2013

Dicen que para pensar con claridad has de tomar distancia emocional de las cuestiones que te afectan. Si dejas que transcurra el tiempo y sigues tú camino tomas esa distancia,  sino es difícil saber si lo que sientes es debido a esa cuestión que te afecta, o a algo que proyectas en esa situación, algo tuyo, alguna carencia, algún asunto sin resolver, algo del inconsciente.

Pasan los años y aquellos episodios confusos se convierten en obviedades… ¿Cómo pude…? te preguntas, cómo pude sentir aquello, cómo pude hacer esto otro. Me dejé llevar dices sobre determinadas situaciones, cómo si no me importara nada, como si sólo me importara esto.

Inventaste una expectativa, varias, miles… llenaste el carro de expectativas. Tus genuinos deseos, así lo creías. Tú eras capaz de mirar las cosas con objetividad, tú no mirabas a través de una pequeña ventana, no, lo tuyo era un mirador, algunos días con vistas al mar, algunas noches al océano. Imaginando un mundo donde el centro eras tú,  rodeado de todo aquello que te merecías,  porque ya te habían faltado cosas  antes, y esta vez no, esta era la ocasión adecuada, la que no había que dejar pasar, la que decías que ajustaba las cuentas con todas las demás y por eso creabas tu expectativa. Captaba tu atención, se te aparecía en sueños, a veces como tú querías y otras no, despertabas entonces de mala gana, hablando irritado a quién se te ponía por delante por cualquier cosa del hogar, del tiempo o de las noticias, cuando en realidad estabas enfadado porque los sueños se habían burlado de tu expectativa, la habían deformado, vilipendiado. Entonces tu expectativa sonaba como un globo cuando no lo has atado bien y se te escapa de las manos, se iba desinflando despacio hasta quedarse deformada y desaparecer como si nunca hubiera sido pensada.

Dicen que es mejor generar expectativas tras pasar cuarenta días en el desierto o tras recogerte en una cueva.  Pasarte ahí las horas, ya sabes, sólo, contigo mismo. Tal vez te preguntes cuanto tiempo eres capaz de estar sin saber nada de nadie.  Tal vez seas consciente del verdadero paso del tiempo. También puedes probar a crear expectativas corriendo por la ciudad, cuando la mayoría de las personas se han ido a casa y las calles están desiertas, cuando se crea un poético juego de luces y sombras a tu alrededor. En noches claras puedes ver la luna y algunas estrellas, en otras tal vez algo de lluvia caiga y te moje,  a cambio te regale un sonido suave si tus oídos no llevan ningún aparato que te aísle. Tal vez te baste ese momento cotidiano para percibir sutilmente algo, pudiendo extrapolar esta sensación a otras sensaciones, a otras percepciones. Tal vez tus deseos sean más realistas, menos numerosos. Tal vez eso te baste para percibirte vivo y te preguntes por qué te apresuraste intentando imaginar otras posibles vidas, vivir todas las vidas posibles, esperando ciertas cosas no te diste cuenta de otras. Tal vez te preguntes si tus deseos son tuyos, qué motivos te han llevado a tener esos deseos. Quién está detrás de tus deseos. Pensarás que pasar unos momentos auténticamente a solas será la manera de poder después estar con el otro,  desconectar para conectar. Te preguntarás si estamos en un segundo Siglo de las Luces o ya tenemos demasiadas sombras en el camino.

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