Y de pronto me encontré ahí, sin saber porqué, pero podía sentir como un escalofrío recorría mi cuerpo haciendo erizar todos y cada uno de mis vellos. No cabía duda, lo tenía que hacer.
Aquel lugar me recordaba ciertamente a mi hogar, refiriéndome pues a ese sitio acogedor y caluroso en el cual me sentía querido y amado de una forma especial, sin embargo, hoy mi casa ha dejado de ser humano, pues se ha convertido en un apartamento sin dotes de cariño alguno.
Entonces, ocurrió, deje de pensar y de extrañar tanto aquella vieja sensación y tome la decisión que quizá me costaría la vida misma: -Es momento de entrar- me dije a mi mismo, y así lo hice sin pensarlo de nueva cuenta.
Suspiré… tomé valor y coloque la llave en la cerradura. En ese momento mi alma sentía un frío que calaba hasta las fibras más profundas de mi cuerpo, un frío que no me permitía hacer movimiento alguno. Mi corazón latía tan rápido que por un instante creí que saldría de mi pecho para terminar contra la pared. Mi respiración se acrecentó y por algunos minutos pude sentir como un nudo en mi garganta se abría paso entre mis quijadas para salir como un breve sollozo acompañado de crecientes lagrimas que inundaban mis mejillas… -¡Basta!- me dije, definitivamente era todo, no me atrevería a hacerlo otra vez…
Prontamente, di media vuelta y me dispuse a salir de ese horrendo lugar, sin embargo, algo dentro de mí me repetía que había que entrar, pues no había nada que temer. Mi mente omnibulada por las emociones del momento, cedió ante aquella extraña pero confiable voz. Inmediatamente giré mi cabeza hacia el cielo buscando guía y consuelo, no obstante, solo pude apreciar un esplendoroso azul, acompañado de un radiante e imponente sol y una que otra pequeña nubecilla alrededor de él.
En ese momento tome de nueva cuenta la llave y esta vez la introduje con firme decisión en la cerradura de aquella casa que pareciera haber sido sacada de un cuento de terror. Giré la llave en varias ocasiones sin temer los resultados que me esperaban, podía oír en esos momentos el rechinido de la cerradura cediendo ante aquel trozo de metal que lo invadía, hasta que… ¡CLICK!… ¡Lo había logrado!
De nueva cuenta, suspiré y por segunda ocasión en el momento trate de buscar ayuda divina a través de unas palabras ciertamente sin sentido; entré sigilosamente en dicho lugar, ¡Vaya lugar!, pareciera un cementerio por la noche, pues reinaba un silencio inquietante, similar a una escena del crimen recientemente perpetrada. Podía escuchar solamente mis pasos y susurros, sentí miedo…
De esta manera, comencé a dar unos torpes, pero firmes pasos dentro de esta casa tan desconocida para mi memoria. De pronto escuche un sonido algo peculiar ¿Sería acaso mi familia? ¿Habría alguna divinidad escuchado mis plegarias de la noche anterior?
…¡tactactactactac tactactactactac!…
Era un sonido como ningún otro, pero ¿Qué era?…
Comencé a avanzar entre los grandes y fríos pasillos de aquel apartamento y el sonido se hacía más y más presente entre aquel gélido lugar, pareciera como si una persona golpeará con fuerza el piso o la pared: ¡tactactactactac!
En ese momento, mi corazón se tornó inconsolable, pues tras acercarme varios metros hasta la habitación de donde provenía aquel sonido por fin lo había podido identificar…
Con calma, empuje la puerta que me separaba de aquel curioso efecto sonoro, y… ¡QUÉ RAYOS PASÓ AQUÍ! – Grité queriendo que lo que veía no fuese cierto.
Aquella imagen era tan desagradable que quisiera no haberla visto nunca… ¡Mi hijo…! ¡Mi pobre muchacho! ¡Él no merecía esto!…
Aterrorizado y con lágrimas en los ojos cerré de nuevo la puerta de la habitación que me había mostrado aquella dura y fría imagen, aquel montón de sueños y esperanzas rotos… Retrocedí algunos metros hasta topar con el otro extremo del pasillo, implore de nueva cuenta a algo Superior a mí y decidí continuar, pues a final de cuentas tenía que terminar el recorrido… ¡No había marcha atrás!
Caminé apresuradamente hacía el final del pasillo, seguro que ahí encontraría a mi linda princesa y a mi mujer esperándome para resolver que hacer con la escena antes presenciada. Limpié mis lagrimas antes de entrar a la última habitación y crucé la puerta violentamente… -¡NOOOOOOOO! ¿POR QUÉ MIS NENAS? ¿POR QUEEEEEEEEEEEEEÉ?- grité esta vez llorando de dolor… cerré la puerta violentamente, y comencé a destrozar la casa: ¡Estaba harto de esta situación!
Corría por la casa haciendo desmanes, totalmente enfurecido, gritando como un loco y golpeando todo cuanto se me cruzaba al paso, hasta que… sentí cómo si alguien me quitará energía, la mirada se me empezó a oscurecer, no coordinaba bien y…
Al día siguiente desperté en mi cama, todo pareciera haber sido un sueño, sin embargo aquellas desagradables imágenes no desaparecían de mi cabeza, ¡Todo parecía tan real!…
Giré mi cuerpo y deleité la mirada con el cuerpo de mi mujer semidesnuda iluminada por completo por el esplendoroso sol que entraba por el ventanal. Me levante y me dispuse a ir al trabajo, pues al parecer todo marchaba bien en el hogar.
Justo estaba por terminar mi arreglo personal cuando de pronto lo observé, no cabía la menor duda, ¡Lo había descubierto!, un pequeño cable negro salía de mi espalda recubierto por algo de sangre y una que otra víscera .. era sencillamente ¡desagradable!
Llegué a mi casa des pues de un arduo sía de trabajo, entré, y decidí saludar a mi hijo, pasé directo a su habitación y ¡Oh sorpresa! estaba chateando en la computadora, salí de su habitación pasando completamente desapercibido y me dirigí al fondo del pasillo.
Entré a la habitación y ahí estaba mi querida esposa, con el celular en la mano, seguramente mensajeando con alguna de sus amigas. La saludé y pareciera que le hablaba al viento. Me dirigí entonces a mi hija, presente en la habitación, la di una leve palmada en la espalda y le avise mi llegada. De nueva cuenta fui ignorado y pensé:
¡SOMOS ESCLAVOS DE LA TECNOLOGÍA!
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