Era todavía de mañana, pero al parecer la alarma de mi smartphone se desactivó; vaya tecnología de punta que había adquirido, gastando hasta el último centavo que tenía con tal de mis redes sociales desde cualquier parte. De alguna manera era una tecnóloga que basaba su vida en la ‘Utopía del internet’.

Me encantaba mi utópico mundo virtual. Quién imaginaría que toda esta pasión que yo sentía la tecnología me llevaría a conocer al hombre que causaría revoluciones en mí.

Esa tarde decidí jugar Pool, era una manera sencilla de relajarme. El juego elegía a las parejas para una partida virtual. Así que para mi suerte coocí John Boy.

Comenzamos, pero las palabras no se hicieron esperar en el chat, sus primeras palabras: Pero que linda sos! 

Aquella noche gané la partida

No era la chica que aceptaba a extraños en mi red social, pero sin pensamientos ni cuestiones, presioné ese botón de ‘Confirmar’.

Futbolista, argentino, guapo y cautivador. Esa era la descripción total de John.Con el pasar del tiempo nos hicimos más amigos.

Él nunca me llamaba por mi nombre, solía decirme cosasmás lindas, yo nunca le reclamé nada. Quizás porque me sentía sola y necesitaba un acto de cariño. Quizás me daba igual

Día con día John me sorprendía más y más. Descubrí que no era un idiota. Era un hombre que se decía que no se enamoraría nunca más. Y yo era una mujer que había llegado a la conclusión que era Incapaz de enamorarme de nuevo.

Nunca hablaba de su vida, ni de su pasado. A pesar  de tanto tiempo seguíamos siendo completos extraños. Pero algo pasó entre los mensajes y la red social que me hizo tambalear, me enamoré.

Siendo internauta, sabía que este tipo de cosas duraba solamente poco tiempo. Llena de historias virtuales, esta pasaría y me quedaría de nuevo sentada frente al computador, programando y determinando entre las ofertas de trabajo

Pasaron los meses y de alguna manera John Boy fue quedando en la historia. Nos separamos, dejamos de frecuentar nuestros perfiles. Me dediqué a mi carrera, él al futbol. Debo admitir que  me deprimí y solía programar por las madrugadas para poder dormir.

Salía de casa, mis audífonos ahogaban el ruido de la ciudad. Tenía mis rutas trazadas en mi GPS y mis lentes medían la distancia que recorría al hacer ejercicio. Ya casi no veía al frente. Había crecido y las cosas no eran igual. Llegando a casa tomaba mi tablet y ambientaba con música, al mismo tiempo que consultaba mi recetario virtual.

Para el aseo encendía a ‘Topo’ mi pequeña roboaspiradora. Veía películas en mi SmarTv. Y tenía mis sillones que daban masaje mientras la cafetera preparaba unos capuchinos excelentes.

En mi tiempo libre, decidía quedarme en casa, jugaba en mi Pizatlon (Un pizarrón digital). Un día, encontré un respaldo de información de unos años atrás, así que decidí revisarlo.

Fue lindovencontrar tantos recuerdos, pero se hacía tarde para ir a la fiesta de cumpleaños de mi amiga. Por lo cual pasé la información a mi tablet y salí corriendo de mi apartamento.

Reía con cada cosa, fotos antiguas y recados graciosos; hasta que me encontré con una fotografía familiar: Un chico alto y con un cuerpo atlético, una sonrisa perfecta y en la cara dos soles brillantes que llamaban la atención, vestía un jersey negro con un pantalón de mezclilla y tenía una expresión coqueta…

La emoción al ver esa fotografía me hizo detenerme un momento en medio de la multitud que caminaba velozmente sobre la plaza. En ese instante todos mis recuerdos volvieron y me llenaron de sentimiento, no me había olvidado de él, simplemente le había enterrado en mi mente.

¿Qué sería de él? ¿Aún me recordará? ¿Se enamoró realmente como yo lo hice? ¿Tendrá a alguien más en su vida?

Mi cabeza daba vueltas, así que seguí buscando en la carpeta abandonada, por lo que encontré un número telefónico. Estaba indecisa, qué pensaría John si le enviara un mensaje después de tantos años, me contestaría o me dejaría en el vacío. Era poco probable que mantuviera la misma línea telefónica, la infraestructura había cambiado, la tecnología se había modernizado y las personas habían cambiado su forma de ser.

Aquella vieja red social por la que nos conocimos, se había extinguido junto con todo lo que había dentro de ella. ¿Qué posibilidad tenía de volverlo a encontrar? Así que me armé de valor y en aquella pequeña tableta con acceso a internet y una línea virtual, empecé a teclear:

“Decías que John Boy era boreal, algo ambiguo y de infancia gris, y sin embargo lo amaba hasta morir”

Qué palabras las mías para un mensaje después de tantos años, pero la verdad era una clave, solía cantarle esa canción que pertenecía a un grupo el cual me gustaba mucho cuando era joven.

No esperaba respuesta, pero mi corazón se aceleraba y detenía al compás de los pasos fríos y agitados de la gente a mi alrededor. Pero una vibración marcó una interrupción. Recibí un mensaje inesperado que recitaba:

“Y ahora yo soy, otro fan de John Boy. Pero más aún de ti”

El impacto que causó en mí fue aterrador, era como si un fantasma me atravesara..

Yo era la autora de una aplicación muy popular, usada para encontrar amigos cercanos en lugares concurridos, la desarrollé pensando en John Boy, pero nunca la utilicé. Jamás pensé que esto podría pasarme a mí. Entonces miré al frente esperando encontrar al amor que tanto tiempo quise, pero no había nadie, sólo era yo en una multitud…

Entonces mi teléfono empezó a sonar desorbitado y vibrando. Mi propia aplicación se había desatado, solamente veía un punto rojo en el lugar donde me encontraba. El cielo gris amenzaba con tormenta, esto era como una pesadilla. Sin poder moverme algo nubló mi vista y dejé caer mis cosas, escuchando como se rompían las pantallas, todo estaba perdido cuando de repente escuché una voz extraña con acento foráneo,  sólo pude escuchar: No temas fanática de John Boy, que él siempre te ha querido. Por eso mismo se mudó a tu país y te buscó hasta el último rincón de él, solo por volverte a ver y decirte ‘Bendito internet’.

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