La rendición de Ernesto.

Cada día era monótono y a la vez inesperado. O al menos así era como Ernesto los vivía. Por una parte todos las jornadas eran iguales, la típica vida de un divorciado sin hijos y sin apenas vida social, y esque nuestro amigo era alguien tímido, emotivo y complejo, en un mundo egocéntrico y superficial.

Su trabajo como programador en una gran compañía de ordenadores era ordenada, sistemática y lógica, sobre todo muy lógica. Pero Por otra, su intenso y enredado mundo interior hacia de cada día una nueva aventura en busca de la respuesta a la pregunta mas importante para el: ¿Por qué?. El porque sobre todo y sobre todos. Se rebanaba los sesos con cosas que para la mayor parte de la población carecían de importancia, que ni siquiera se planteaban, mas aun en un mundo donde la inteligencia artificial lo resolvía todo con lógica frialdad, con billones de cálculos por segundo, con casi absoluto desprecia por ningún  tipo de explicación metafísica o emocional.

Aquel martes llego a casa cansado como siempre, mas mental que físicamente. Se sentó en su salón, respiro profundamente y pronuncio las palabras mágicas;

-computador, activa todos los sistemas.

-buenas noches señor, todos los sistemas funcionando con normalidad, ¿que desea a continuación?.

La voz de la unidad de i.a domestica sonó tan fría y distante como siempre. Ernesto trataba cada día de ver en ella un resquicio de calor, de compañía, pero solo percibía números que intentaban parecer palabras.

– inicia programa “psicoanálisis 7.4“, por favor.

Casi al instante la figura de un hombre sentado en un sillón, con aspecto de sabio erudito, apareció frente a el, mirándole con complacencia. Casi ya no se podían distinguir los hologramas inteligentes de la gente real.

-¿Qué hay de nuevo, querido amigo, como se encuentra hoy?- exclamo el psicólogo virtual.

-mal, como siempre. Hoy especialmente mal.

-vamos, vamos. Seguro que no es para tanto. Cuénteme, ¿qué le inquieta tanto?.

-pues vera aparte de lo de siempre, esta mañana durante mi trayecto en el robobus hacia el trabajo, ocurrió lo que temía hace tiempo, ni una sola persona mirando por la ventanilla o charlando. Todos conectados a las consolas de realidad virtual. Una joven seguro que tenia un programa de sexo muy intenso, a juzgar por sus expresiones. Después, en la calle, todos llevaban las gafas con conexión a la “diosa Internet”, caminaban como fantasmas y luego ya sabe, programas y mas programas, números, lógica, frialdad y sobre todo soledad, electrónica y vacía soledad.

– esa soledad es la que usted se impone, me temo. ¿Porque no hace como ellos y disfruta de los increíbles alicientes que le brinda la tecnología de su tiempo?. Piense que en otras épocas solo tenían ustedes la televisión y algún que otro libro de áspero papel.

– si pero también había conversaciones cara a cara, reuniones en el bar para ver el futbol, amigos, risas, días en el campo, fiestas en la calle…

-ya. Ahora puede tener eso y mucho mas con los programas de realidad virtual y el infinito mundo se internet. Mire, tiene usted que olvidar el pasado y rendirse a la evidencia. La i.a les ha dado un mundo sin los sufrimientos de las emociones, sin los problemas derivados de la religión y la filosofía, sin conflictos mentales sobre el mas allá, el cielo o el infierno. Ríndase, admita que este mundo es mejor, mas efectivo y ordenado.

– pero es en el desorden donde radica la belleza de las cosas, es el deseo humano de saber y conocer lo inexplicable lo que nos hace seres únicos. Pero para que me esfuerzo, solo hablo con una tostadora, solo eso, una tostadora de ultima generación.

-se equivoca de nuevo, la felicidad y la belleza residen en el orden, la lógica y la información, lo demás son devaneos de su agitado neocortex cerebral. Hágame caso, túmbese, conecte su consola, elija un programa divertido y olvídese de lo demás, mañana estará nuevo. Además le aconsejo que se infiltre una dosis de nano-robots que limpien y calmen su actividad cerebral.

– maldito seas, no me inyectare a ninguno de tus asquerosos semejantes para que vacíen mi mente como al resto de los imbéciles de esta ciudad.

– calma, calma. Ernesto, ríndase y descanse. Recuerde la segunda ley de la neoera: “ de la rendición de la búsqueda humana, nace la felicidad real de la inteligencia artificial”.

Ernesto se levanto visiblemente enfadado, lanzo un puñetazo a la cara del psicólogo virtual que le atravesó como si estuviera hecho de humo, le dedico algunos insultos y se marcho a su habitación. Se sentó en su cama, agarro los gafas de realidad virtual y las destrozo con ira. Después volvió, como cada noche, a preguntar a dios, esta vez a gritos, porque pasaba todo esto. Luego se tumbo en la cama y susurro para si: -esta bien, me rindo, me rindo, acabare con el dolor.

A continuación saco de la mesilla de noche su maravilloso revolver de principios de siglo, se lo introduzco en la boca, respiro profundamente, expulso una ventosidad suavemente y apretó el gatillo.

fin

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