Se llama Manuela, flacucha,ojos vivaces,manos inquietas. Aprendió a leer a los seis años, justo ese día su pequeña cabecita adornada con una maraña de cabellos negros, hizo un “clic” y ella entendió la combinación de letras que formaban la palabra “c-e-r-e-a-l-e-s” en una caja roja colocada justo enfrente a su tazón de leche tibia. Su corazón disparó,su mente siguió: “c-o-n -a-z-ú-c-a-r”. A partir de ese día brotaron desde el fondo de su alma unas ansías de leer, de devorar a cuanto libro cayera en sus manitas huesudas. Leer le permitió volar, andar no podía, sus pequeñas piernitas permanecían rígidas entre las barras de metal que las sostenían.Su mente creo mundos: fue princesa vikinga, reina, aventurera. Pero su mundo de fantasía se partió en mil pedazos cuando a los 18 le regalaron su primera Notebook. Los libros empezaron a parecerle aburridos, no soportaba ver tantas páginas con letras, letras y más letras. Se alejó de todos los intentaban acercarse a ella.
Sus días se tornaron rutinarios, por las mañanas su instinto más primitivo era romper con un puñetazo el celular, su alarma despertador le taladraba el cerebro, los ojos hinchados se resistían a abrirse, las últimas telarañas de un sueño se desvanecían en su mente embotada por una modorra crónica. Sin embargo atinaba a levantarse, como una autómata se escurría hacia su andador y con languidez tratando de esquivar el desorden de la habitación: cajas de pizzas, botellas, latas de gaseosas, ropas, zapatos, avanzaba al cuarto de baño.Vivía en el caos. Por costumbre reusaba mirarse al espejo, se sentía fea, creía que no valía la pena comprobarlo otra vez. Abría el grifo, hundia las manos flacas, con las uñas comidas en el lavabo viejo y desgastado. Le pesaba vivir pero seguía con vida.
Hoy son las 8:30 de la mañana, ya lleva media hora de retraso en su cita con el psicólogo pero no se inmuta, toma una taza de café y mientras mordisquea una rosquilla rancia se arrastra hasta la cama y vuelve a encender la notebook. Se había quedado dormida a las 5am, tuvo intenciones de dormirse temprano para no faltar a terapia de nuevo pero no lograba poner límites a sus charlas en el facebook, en Terra o en cualquier otro sitio. Detesta la vida real, odia a las personas tan perfectas de carne y hueso. Siente que todos la tratan como una enferma. Por eso se creó su mundo, su vida en la red, allí se siente exultante, dueña de sí. Seduce a hombres por el mero placer de volverlos locos. La desean hombres de todo el mundo, cada noche elige a quien amar y el día la despierta a la cruda realidad: un mundo individualista, consumista, competitivo.
Conecta su usuario “sweet lady” y sonríe con ojos ambiciosos.
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