Una noche de juerga y confidencias, una de mis tantas amigas, más preocupada que yo por el largo periodo de abstinencia que atravesaba, me animó a mirar a sus amigos de Facebook y elegir alguno para concretar novedades. Afirmaba contar con un bombero que podía resultar interesante. Tal cual, como quien te muestra un catálogo de medias. Y eso, por compararlo con algo medianamente sugerente.
Al día siguiente, se produjo el intercambio de correos que os muestro, entre cuatro de las mujeres presentes la noche anterior: María, Julia, Inés y yo misma. Me llamo Bea.
Los hombres, ignorantes muchos de ellos de lo que somos capaces de comentar un grupo de mujeres maduras cuando estamos a solas, quedaron ajenos al tema y excluidos de esta conversación.
Yo:
¡Hola, bonitas!:
Cotilleado el bombero. Vaya con él. ¿Está como promete, María? Eso pensando en la horizontal.
Pero, a ver, reina de los mares, información para el vino previo, que importa muy mucho. ¿Será de los que hacen apostolado del comunismo? Es que son agotadores. ¿Te imaginas irte a la cama con Narciso, después del discurso sobre el estado de la nación? O peor (¿o mejor?), ¿con un cura después de una homilía?
¡Qué bruja perversa soy! En resumen: que hay charlitas que no ponen, no ponen, no ponen.
Si este pone, me parece bien que me hagas de «celes», que estoy como la mojama, mi niña. Y estas alegrías son buena medicina para según que enfermedades.
Pongo en copia a Julia para que vea que de tu Facebook se puede sacar a alguien con quien mover la cadera. ¡Ah! Igual le gusta a ella el «bombi», que tiene pelo largo y canoso, como el malagueño. Julia, cariño, anota, que se cede, de momento.
Pongo en copia también a Inés para que vea que estamos dispuestas a cotillearle todo, todo, todo, si nos mantiene en equilibrio.
“Mientras un hombre no es serio, tampoco es privado. Se comparte con las amigas”. Pacto 1.
Besos, besos, mis amores.
Estoy resacosa del copón.
Bea
Julia:
¡Hola, niñas!
No he tenido tiempo de cotillear el bombero.
Bea, lo de los discursos te lo compro, pero le añado un matiz.
A mí el discurso me importa, aunque sea un rollo político, de forma inversamente proporcional a la gravedad y entonación de la voz masculina que lo pronuncia.
Para que lo entendáis: tengo un amigo con una voz que me pone tanto, que me da igual lo que diga. Le confieso siempre que no le escucho, solo le oigo, pero ¡que no deje de hablar!
Inés, disfruta el momento y sobre todo, cuenta, cuenta.
Besos a todas.
Julia
¡Ah! Estoy en el aeropuerto a punto de embarcar.
Enviado desde mi iPhone
María:
Bea, sí, está como promete y él ya ha entrado en tu Facebook. Sin comentarios, sus comentarios. Una cosa, mucho bombero pero a este le hace falta un guiño. De Julia no le he hablado.
María
Inés:
¡Buenos días!
¡Uy! Me he perdido lo del bombero. Viniendo de María, seguro que ha pasado selección previa.
Tengo las neuronas dormidas y un sueño que me caigo pero me sumo al «Pacto 1» del cotilleo.
De momento, aquí casi nada que contar. Me encanta el personaje que, poco a poco y con la excusa del frío, se ha ido pegando un poquito más… Os mantendré al día.
Yo:
¡Julia, tienes toda la razón!
El bombero es mío hasta que descubra esa voz cálida, profunda y susurrante. Definitivamente, su manguera apagará mis fuegos.
Lo siento, nena, otra vez no des ideas. Brindo por el bombero.
Besos.
Sigo rota.
Bea
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