Un verano normal

Estoy tan enfadado con María Elena, que la eliminaré de mi cuenta de Facebook, le enviaré un correo electrónico y en el asunto dirá “terminamos”, porque no me atrevo a decirlo de viva voz. Es inevitable, soy demasiado tímido como para acercarme y decirle de frente todas las cosas que me molestan de ella.

¿Por qué será que me cuesta decirle las cosas que siento?, antes con una carta o una flor era suficiente para verla contenta. Y ahora, sin embargo, si no le envío un watsap, o un tweet en mi cuenta diciendo lo mucho que la amo y la extraño se enfada y no me llama o envía mensajes a mi móvil.

Extraño los tiempos aquellos en que solo bastaba con ser feliz saliendo al parque, lejos de todo ese mundo de tecnología y avances, que solo hacen que nos alejemos unos de otros. Casi no me quedan amigos, puesto que cuando quiero salir con ellos, están pendientes de lo que escribe su novia en el muro de Facebook, o  publicando en su muro donde están, donde estuvieron, que hicieron,  cuanto se demoraron, y donde irán al día siguiente. Es casi un paparazeo, pero sin paparazi, sino uno mismo quien quiere contar al mundo que es lo que está haciendo, para saber si le interesa a alguien sus acciones.

En fin, mientras escribo estas palabras, sentado en mi computador, mi novia está pensando en donde estoy, si estoy conectado, por qué no la he llamado o enviado un mensaje, y así el tiempo pasa, a tal velocidad, que cuando llega la noche, me doy cuenta que no hemos hecho nada, solo espiarnos, como investigadores privados, sin saber que todo esto se podría evitar, simplemente conversando de frente, sentados, amándonos, y viendo un bello atardecer de verano, sin necesidad de publicarlo hacia los demás.

Es eso lo que me gustaría, un verano normal, en compañía de mis seres queridos, a la antigua, conversar de lo hermoso que es la vida, sin necesidad de publicarlo, sin que el mundo sepa donde estoy, con quien y cuando. Solo eso, volver al pasado, donde estar juntos era lo más maravilloso del ser humano, vivir en paz…