Al caminar de los años cada vez dependemos menos de nuestros instintos y más de la tecnología, incluso los dioses le han cedido su lugar, esta se vuelve una divinidad tangible, nos permite comunicarnos en segundos de lado a lado del mundo, muestra las memorias claramente en video o fotografía, nos hace depender de su soberbia  a través de una cobertura inalámbrica, todo se enlaza, como si la existencia todo poderosa del wi- fi sustentara nuestras almas, incluso jamás tuvo la humanidad tanto miedo de un ser supremos como el que muestra ahora cuando se va la electricidad, nos quedamos solos, mudos e incluso ciegos, nuestro sentimiento de frustración nos hace lanzar una plegara a que regrese, que nos ilumine para que podamos ser escuchados, podemos lamentar incluso nuestra suerte al no poder hacer nada, son momentos en que nuestro nuevo dios nos es apático, nos castiga y por más que le gritemos no nos escucha, pero al igual que en la mitología hay constructores aquellos que pueden hacer que nuestra divinidad nos hable nuevamente, confiamos toda nuestra devoción a que con prontitud puedan resucitar la sangre divina de toda nuestra religión que no se alimenta de oraciones sino de electricidad, cuando la penumbra se ilumina por la gracia divina de un foco ahorrador sabemos que aquellos a quienes lanzamos nuestras plegarias por medio de una extensión telefónica nos escucharon, ahora podemos tener calor sin lumbre con un horno de micro ondas, podemos ser civilizados y no comer las cosas crudas, incluso este gran poder tan generoso cuida nuestra supervivencia almacenando nuestros alimentos frescos en una nevera, ya que recuperamos la tranquilidad, es hora de cambiarnos de dimensión, seremos peleadores, grandes deportistas, atrevidos danzantes o los mejores soldados solo con prender nuestra consola donde tendremos vidas infinitas gobernaremos imperios que veremos caer con miles de soldados virtuales, que Rey medieval no soñó con tanto poder que le diera dios, históricamente solo fueron unos cuantos, ahora todos podemos ser los elegidos, no tenemos que realizar perfectas hecatombes para tenerlo, solo un trozo de plástico tan poderosos como Hades, respaldado por un imperio económico más grande que el de Alejandro magno, es hora de dejar descansar a nuestras divinidades las cuales velaran por nuestros intereses, el despertador del móvil está configurado, la cámara de seguridad y la alarma están activadas, es momento de olvidar la seducción de Morfeo y dejarnos envolver por el sleep del estéreo que nos arrullara por treinta minutos mientras caemos en un mundo de austeridad divina llamada sueño, esperando ansiosamente volver a disfrutar de nuestra diosa llamada tecnología, buenas noches.

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