Esta historia es verídica, así como los 29 años que estoy por cumplir. 

Es curioso como a lo largo de toda la vida llegas a conocer a miles de personas: unas más o menos importantes que otras; o al menos eso piensas. La misma vida te enseña que todo pasa por algo, que no hay relaciones fallidas, sino simplemente relaciones.  Está en nosotros mismos sacar el provecho de los momentos o sucesos que vivimos y porqué no, de las herramientas tecnológicas que manejamos a diario. Somos responsables de nuestros sentimientos, emociones, actos y fracasos. El límite está en nosotros mismos, frase tan trillada pero tan cierta.

Una tarde de hace aproximadamente 2 años, llegué a casa, encendí la computadora y vi conectada a mucha gente, quizá la mitad de ellos no conocía ni su apellido o levemente me acordaba dónde y cómo los conocí.  De repente, la red social sirve como medio para conocer personas y para volver a estar en contacto con otras que hacía tiempo no sabías nada de ellas. Bueno, al menos ese es uno de los usos que se le da actualmente, pues hay muchos más.

Todo empezó como curiosidad: ¿Cómo te ha ido? ¿Qué has hecho? ¿Qué estudiaste? ¿A qué te dedicas? preguntas tan comunes cuando quieres saber de personas a las que no has visto en mucho tiempo, en años, en 12 años. Poco a poco el hábito de conectarme, ver sus fotos, sus comentarios; pasó de ser una simple curiosidad a un gusto. Las pláticas en el chat eran interminables, me ponían en un estado de ánimo que hace tiempo no percibía. Empezaba a ser feliz de nuevo, una ilusión iba naciendo en mí, sin que al principio me diera cuenta y sin que imaginara el alcance que tendría ese primer: – Hola, ¿cómo estás? que se escribió en el Facebook.

Retomando lo que en un principio dije, las cosas pasan por algo. Dos personas que sin ningún motivo ni razón aparente teníamos por qué reencontrarnos, dos personas que viviendo en distintos lugares con distintos trabajos nos comunicábamos a distancia: gracias al Internet  Ahí estábamos, frente a la computadora: emocionados y conectados.  

Poco tiempo después pudimos vernos frente a frente, corroborar el enamoramiento que habíamos percibido en la lejanía y  empezamos un noviazgo de lejos.  Quizá no es lo más idóneo, ni el mejor panorama cuando solo quieres estar con la persona amada.  Pero en ese momento el celular, el whats up, el Facebook y el correo se volvieron nuestros mejores aliados y confidentes. A un año tres meses de feliz noviazgo y después de muchas pruebas difíciles que conlleva una relación a distancia hemos tomado la decisión de casarnos.

Decidimos cambiar nuestro estado de En una relación a Comprometidos. 

Decidimos no solo estar conectados en la red sino en la vida.  

Decidimos decir: – ¡Sí! – al empujoncito que nos dio la tecnología.

Decidimos pasar del Facebook al altar. 

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus