Escucho casi de manera aguda, a través del muro que me separa de la «masa»,  las campanas del viejo templo, que guardaba en su interior a los ídolos de yeso. Sus rostros yacen tendidos, desde hace algunos años en el suelo. El caminar pesado, la piel en constante contacto con el hervor de las lágrimas que se combinan con el polvo de la calle que se eleva hacia el cementerio.

Había muerto el último ordenador, nada en comparación de las vidas que se perdieron en la guerra. La tercera victoria, solían llamarla, los que ahora no están con nosotros.

Infectados por el ego tecnológico  dejaron de abrigar sus cuerpos; Ahora el metal se fundía en ellos, perdiendo sus almas, convirtiéndolos en títeres de su banalidad.

Solo unos pocos hombres y mujeres, ahora asinados junto a mí, entre delirios de arte y  filosofía, no perdían la fe; O lo  que ellos creían aun tener. La habitación húmeda, la piel verdosa y los labios resecos. La abstinencia a la tecnología, era lo único que nos rescataba el espíritu de aquella ciudad bañada en smog. Sin embargo se nos prohibía la luz, pasamos de ser humanos, y sin tener colmillos vivíamos como vampiros.

La sed de conocimiento, precedió a la sed de beber. Ya no quedaba agua. Tampoco juegos en red. Poco a poco íbamos involucionando, y nos negábamos a creer, ya que en los estragos de la sociedad, solo crecimos, nadie nos enseñó a crecer. Nos entregábamos a la muerte, y rezábamos por recobrar el instinto con pedazos de yeso, con pedazos de fe.

Y los vicios, como el pecado, fueron creciendo conforme pasaban los años. Cada vez más los mensajes subliminales, la tridimensionalidad que siempre ha existido, solo había que asomarse, tocar en la piel del otro, el placer de un don  básico, atrapado ahora en el término tecnológico “táctil”  

Channel y su número 5,  la publicidad obsesiva y la deuda externa; fueron apagando los instintos en el ser. La biodiversidad paso a convertirse en un ídolo enfermo. Llamado PC.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus