Querido amigo,
Los olores me inundan. Un cierto olor a rancio, a sudor, a gente amontonada. La gente con sus maletas de cartón están listas para partir. Cada uno refleja en su cara sus miedos, sus ansiedades, y también su suerte de salir de este país sin esperanzas.
Se derraman lagrimas silenciosas sin saber muy bien porque, tal vez por el ambiente de despedida. No aciertan a comprender el ambiente de esperanza y lloran.
Sé que soy uno más de los que tengo que partir, aunque he de reconocerte que ese futuro incierto que me espera a tanta distancia me hace sentir extraño. Lejos de vosotros, de Toñi, de las charlas en el café de la universidad.
No quiero decir adiós, quizá sea mejor un hasta pronto.
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