Mi querida Mina,
Están sonando las campanas. Lo hacen por ti. Eso pienso todos los días a esta misma hora. Incluso cuando el tañido es triste y parece que el contenedor de enfrente llora, siento que cantan por ti.
La vida se me va, frágil y zurcida. Recompuesta de tropiezos en cadena.
Como en las batallas cuerpo a cuerpo, he ido quebrándome el futuro en un sinfín de escaramuzas enredadas que jamás he logrado comprender. Mientras, al compás de una marcha interminable, la distancia entre los dos se ha ido estirando sin misericordia.
Ahora mi camuflaje es barbudo, canoso y encorvado. No me reconocerías. Pero tú sigues aquí dentro, amor mío. Latiendo junto a mí.
Por eso toco el violín hasta emborracharme de ti.
Sentado en una esquina veo a la gente caminar entre las notas de mi melodía. Se llevan tu voz, tus pestañas rizadas, tus besos. Y algunos, mi querida Mina, hasta me echan billetes de diez. Yo les diría ¡esta música! Pero nunca les digo nada.
Qué afortunado soy comprando postales para ti.
Vuelven las campanas.
Te quiero, Bruno.
Destinatario:
Guillermina W.
Sinfonía para 2 (junto al campanario)
20015 Azuria.
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