Querida ausente: Siempre te he tenido en cuenta al recontar las presentes, apenas se te ve entre tanto verde y tanto rojo, hablas sin sonido ni movimiento de una soledad inmensa dentro de una muchedumbre incomparable, bella, conmovedora…
Pero dices mucho sin decir nada, apenas un poco de color blanco con un círculo amarillo, en el centro, bien posicionada. Deja que que las amapolas se pavoneen en su preciosa brevedad, solo tienen unos leves días de vida, lo tuyo es eternidad.
La próxima primavera te espero en el campo de Sanlúcar La Mayor, y quiero que me hagas sentir tanto, disfrutar tanto, embriagarme de aromas y contrastes, admirarte tanto… tu belleza es lo absoluto y la nada, porque paradójicamente son sinónimos.
No me faltes, porque te buscaré por las sendas y las veredas, hasta pronto.
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