Querido Juan:
Me encuentro en la sala de espera de la estación del tren de «Los Recuerdos», con mi mochila al hombro cargada de añoranzas y nostalgias. El tiempo en el reloj transcurre en dirección opuesta y marca la hora de partir, subo y me siento en un rincón. Miro a través de la ventana y frente a mi desfilan paisajes de tiempos pasados. Cierro los ojos y evoco tu presencia de antaño cuando aún eras primavera y tus ojos se iluminaban con el color de tus sueños. Sigo mirando atenta y sonrío feliz por compartir tu vida con la mía y por el ramillete de hijos que me regalaste como resultado de nuestro amor. El recorrido no ha sido fácil, pareciera por momentos lleno de obstáculos y desafíos, el paso se hace lento como si nunca fuera a llegar a mi destino. Hace veintitántos años que nos embarcamos en esta aventura, ya peinamos algunos hilos de plata y el tiempo va dejando huellas en nuestra piel, somos otoño incipiente y aún no me canso de amarte, de continuar este viaje sin plazo ni destino, solos tú y yo.
Te amo
Norma
Paseo por las nubes 318
León, México.
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