Bajo el manto de una noche estrellada y con el recuerdo de mi padre, se me estremece el alma al recordar aquella última noche junto a él. Recuerdo, como en un susurro, y bajo el silencio de la noche, como se despedía de mí susurrándome al oído, un débil pero sincero “te quiero”. Me emociono siempre al recordar aquél último instante y mi alma siempre llora en silencio. Mis lágrimas, que humedecen mis mejillas y van cayendo una a una sobre la fina arena, como estrellas fugaces cruzando el firmamento, iluminen tu espíritu. ¡Adiós Papá! 

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