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 Me abandonaste. Nunca comprendí porqué la gente te deseaba en sus dichos y canciones incluso antes que al dinero o al amor. Ahora ya lo sé, no te valoré lo suficiente. Todopoderosa, te desafié creyéndome protegida con mi armadura de carne, huesos y piel. Me dejaste desolada y perdida. Secaba mis lágrimas con el reverso del pesimismo, y con el anhelo de la remisión alimentaba la esperanza. 

Durante el duro camino de la asimilación me acompañó un macuto repleto de incertidumbre que, cada vez más cargado, me intimaba y me hacía tropezar. Cuanto más caía, más añoraba tu regreso.

Me dejaste a su merced. Intenté resistir pero su azote de dolor doblegó mi voluntad. Me acostumbré y comencé a quererla. Con ella aprendí a pasear en vez de correr, a ver en lugar de mirar, a escuchar además de oír. Me enseñó a valorar el placer de un abrazo, el alivio de una ayuda, el sonido de mi risa, la compañía de un ser querido. Y ahora, anestesio el sufrimiento para empaparme de vida.

Te remito estas palabras para que sepas que contigo quizá fui más feliz pero con ella y solo con ella he encontrado la inspiración .

Remitente: Luchadora

Destinatario: Salud Perdida

Calle: Adaptación, 10

100×100 SUPERACIÓN

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