Una luz. Una noche. Un faro atormentado por la soledad. Aún no había comprendido que ese era su oficio. Probablemente un olvidado permanente a los ojos de todos. Una guia para el viajero. Cajas de ron y tormentas extremecedoras. La pipa desbordab aromas penetrantes que se mezclaban con el olor de su piel, con la salitre y también con esa frondosa barba.
Jamás nadie reparó en él, pero siempre estuvo allí. Para todos los demás era un fantasma, para el marino su alma.
El Pera. Buenos dias y buenas noches.
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