Desde que la a y la z se enamoraron, les azuza la distancia; pero aprovechan cada fugaz zalama en todo alféizar de las azoteas, zarandeando la melaza en un haz azabache y azur que cicatriza en los azulejos.
Desde que la a y la z se enamoraron, les azuza la distancia; pero aprovechan cada fugaz zalama en todo alféizar de las azoteas, zarandeando la melaza en un haz azabache y azur que cicatriza en los azulejos.
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