La espalda de una mujer para su amante es como una guitarra para el viejo cantante: se acaricia suave, suena más aguda en las vértebras cercanas al corazón y se escucha entre susurros las voces del pasado que se creían efímeras. Es su musa, del mismo modo que la religión lo es en manos de Dios.
 
         La guitarra
                                    La guitarra                                 I Concurso de Greguerías Contemporáneas
 I Concurso de Greguerías Contemporáneas
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