No hay nada más urdidor que una ventosidad de reunión, la intriga surge en los que olfatean, sin querer y de inmediato, tal vez para no descubrir jamás la procedencia, a pesar de haber experimentado involuntariamente una sensación desagradable.
No hay nada más urdidor que una ventosidad de reunión, la intriga surge en los que olfatean, sin querer y de inmediato, tal vez para no descubrir jamás la procedencia, a pesar de haber experimentado involuntariamente una sensación desagradable.
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