Entre panes y alegrías
Pan de centeno, negro y amargo, como las visitas a mi padre, cada jueves, previa llamada al amable recepcionista que me dice de qué humor se ha levantado ese día; pan de avena, dulce y claro, los ojos de Claudia, con esas avellanas que sabiamente le añade Tomás, el panadero, crujientes y aromáticas, como esa...