En cada mañana cuando el sol tiñe el horizonte con su cálido resplandor en un pueblo pequeño una señora con las manos arrugadas, el rostro con múltiples expresiones, nos hace recordar que hacer pan es como vivir.
Todas las mañanas elijo un buen sartén, ordeno mis ingredientes con mucha determinación, aunque haya días que despierto bien cansada y todo está bien desordenado, pero pienso; tengo que hacer mi pan, por que hacer mi pan es lo que me hace feliz cada día, soy feliz haciendo mi pan, al final que la receta más importante para hacer un buen pan es el amor y la paciencia, como todo lo que hacemos en la vida.