El amor entrañable entre lírica y pan
En un rincón apartado de Euskal Herría, en una pequeña panadería, trabajaba un panadero llamado IKER. No se trataba de un panadero que pasaba todos los días amasando y horneando el pan. Tenía un talento inusual, pues durante las noches frías y lluviosas arrimado al fuego de la chimenea, escribía hermosos sonetos a la luz...