Si yo fuera pan…

Si yo fuera pan…

Si yo fuera pan, desearía ser amasada por unas manos suaves, que fuera añadiendo a mi vida ingredientes de alegría como levadura, de amor como mantequilla, que agregara una pizca de sal para hacer de mi existencia sabrosa al paladar, que agregué un poco dulce para brindar placer al morder cada parte de mi.

Si yo fuera pan desearía ser dorada como sol, suave como la brisa, y crujiente como la vida.

Si yo fuera pan desearía ser degustada por los más exquisitos paladares, estar sobre las más adornadas mesas y ser consumida por los más selectos comensales.

Si yo fuera pan desearía mitigar el hambre del mendigo, ser la cura del enfermo, ser el alimento del desvalido.

Si yo fuera pan desearía ser llevada a las mejores reuniones, ser el centro de atención en las fiestas infantiles y ser el comienzo en las grandes bodas.

Si yo fuera pan quisiera encontrarme en la choza del indígena y en el palacio de un rey.

Si yo fuera pan llevaría en cada migaja algo de paz y regocijo.

Si yo fuera pan sería la compañía grata de las meriendas tardecinas, junto a los abuelos de antaño escuchando historias de guerras y de fracasos amorosos.

Si yo fuera pan llevaría en cada bocado la seguridad de un mañana mejor, sería el consuelo de la viuda y la esperanza del huérfano.

Si yo fuera pan desearía que hicieran de mi el más lujurioso y encantador conglomerado de pasión, excitación y pecaminoso alimento.

Si yo fuera pan desearía ser remojada con las más afrodisíacas bebidas.

Si yo fuera pan desearía que cada bocado fuera un orgasmo prolongado de placer.

Si yo fuera pan simplemente sería la lujuria, y la gula. Encerraría todos los pecados capitales en mi esponjosa y delicada textura.

Si yo fuera pan desearía ser consumida lentamente con gusto y con placer donde el invitado quede hastiado pero con deseo de repetir.

Si yo fuera pan seguramente sería decorada con glase con chispas de chocolate, con trozos de fruta jugosas y con crema chantilly.

Si yo fuera pan…