Camisones de hospital
Luisa se pegó a la pared nada más verle. Su corazón se desbocó y, a pesar del frío del alicatado, el rubor culpable de sus mejillas se encendió aún más. El extraño personaje que erraba por la planta octava del hospital, repelía a las pocas almas que con el culo al aire y la vergüenza...