El Acantilado
Informe médico sobre las sesiones de hipnosis regresiva de John Denver, un agente del FBI en 1941. Estas sesiones revelarán un oscuro secreto que amenaza la humanidad.
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Informe médico sobre las sesiones de hipnosis regresiva de John Denver, un agente del FBI en 1941. Estas sesiones revelarán un oscuro secreto que amenaza la humanidad.
—Llegaste. —Llegué. —No a tiempo. —El tiempo es ilusión. —El tiempo es precio. —Siempre hablas de precios. —Porque todo cuesta. Incluso lo que crees gratis. —Y tú cobras secretos. —Yo no los inventé. Solo los administro. —¿Cuántos me quedan? —Tres. —¿Tres qué? —Tres susurros. Tres miradas. Tres verdades que aún no viste. —No quiero verdades....
Lo peor no fue perder las piernas. Aquí no hay escaleras que subir o bajar y hace mucho que me acostumbré a la penosa tarea de arrastrarme de un lugar a otro. Lo peor tampoco fue perder los dientes, pues el sustento que nos proporcionan se reduce a líquidos que sorbemos mediante tubos flexibles. Lo...
Lo primero que recuerdo es el humo. No el humo de los tabacos comunes, sino un humo denso, agrio, que subía en tiras como si alguien fuera desenrollando una tela y la dejara caer sobre la mesa. Había lámparas bajas. Había papeles doblados, montones de hojas con bordes chamuscados y sobres sin remitente. En un...
“En cada sombra late un secreto, y en cada secreto, una luz que solo el valiente se atreve a mirar.” El viento del otoño arrastraba hojas secas por las calles adoquinadas de Golham, una ciudad gris, recostada junto al río Miskatonic. Desde su departamento de alquiler, en un tercer piso húmedo y con olor a...
En 1928, el erudito húngaro Arpad Kézmarok publicó en Leipzig un tratado mínimo, apenas veintiséis páginas, titulado De los juegos infinitos y su degeneración en artificios repetibles. El texto pasó inadvertido en su época, salvo para un reducido círculo de lectores que, según se cuenta, lo comentaban en reuniones privadas donde se mezclaban filólogos, matemáticos...
Había un rumor que circulaba entre los socios más veteranos del club de lectura de Fuentetaja. Decían que aquel año, en que se convocaba la quinta edición del certamen literario, algo distinto se había deslizado entre las páginas y los dados. No era solo un concurso: era un pacto. Una promesa de poder. Los socios...
En Arkham, la estudiante Lucía Albéniz es atraída a la Fundación del Sr. Torre, un misterioso Tratante de secretos. Obsesionada con El Eco de la Eternidad, recibe una invitación para buscar la Verdad cuando se halle En una encrucijada. Torre le revela que el libro es la Promesa de Poder, que exige perder la esencia a cambio del conocimiento. Lucía lee y se disuelve, convirtiéndose en un eco. Años después, el edificio es un sanatorio dirigido por el Dr. Gabriel Torres (la misma entidad). El físico Marcos ingresa, delirando con el "lenguaje de los átomos" y escuchando el lamento de Lucía. Torres lo somete a un ritual para perpetuar el ciclo de locura. Aunque Marcos invoca la verdad, el sanatorio se derrumba. Solo el Dr. Torres sobrevive, imperturbable. El edificio es reconstruido. La Promesa de Poder nunca muere; solo espera, enviando cada primavera una nueva invitación para atrapar a su próximo lector.
Un relojero marcado por la muerte de su hija recibe una promesa de poder: vivir un día mas con ella, a cambio de su memoria. En Esa encrucijada entre amor y olvido, rompe el equilibrio del tiempo y desata su condena. Al final, el precio de un solo segundo será eterno: Adrián del Valle se convierte en el nuevo Señor Torre, guardián del instante que quiso salvar
A mi cercana edad de ochenta y cuatro años sigo recordándolo todo como si el tiempo en mi mente no hubiera pasado. Aquí encerrado, y, aislado en una habitación con paredes acorchadas y una pequeña ventana rectangular con medidas de noventa por setenta centímetros con forma de espejo. Aquí llevo más de sesenta años alimentados...
La tarde caía como un manto de cobre sobre la ciudad. Los últimos rayos del sol, alargados y densos, se deslizaban sobre los techos de tejas, arrancaban destellos de las cúpulas y se deshacían en el aire perfumado con los jazmines del verano porteño. En aquel cuarto olvidado de una casona antigua, donde las maderas...