En una tarde en un día a finales de septiembre se dirigía un abogado luego de una diligencia en otra ciudad diferente a la cual vivía, sin embargo, su vehículo necesitó una reparación de urgencia. Paró en un pequeño pueblo al lado de la autopista, contactó a un mecánico el cual le dijo que esa reparación tardaría dos días, accedió el abogado a quedarse y esperar su vehículo.
El mecánico le recomendó un hotel y allí se fue a hospedar. Salió él a recorrer aquel pequeño pueblo y vio una dama de esbelta figura que estaba en un mostrador en una farmacia, arrimó con el pretexto de comprar algo y entablar conversación con ella.
Hola, buenas tardes exclamó el abogado, ¿me podría vender por favor una aspirina?
La Dama muy seria le contesto.
Buenas tardes señor, si tenemos aspirina, pero solo se vende en sobre de 10.
Ah que vaina, dijo el abogado, yo que quería solo una, pero era por solo verte, pero veo que eres muy seria y ahuyentas a los clientes con tanta seriedad, le dijo el abogado.
La verdad soy así, no estoy aquí para hacer chistes o alegrar a la clientela, dijo la Farmaceuta de nombre Adelfa.
Ok dijo Octavio, el abogado, dame pues un paquete de 10. Y a continuación entabló una conversación un poco informal con Adelfa, a quien le dijo la razón por la cual estaba en ese pueblo.
A Adelfa le agradó la forma de Octavio y participó en la conversación, ya no se mostraba tan seria. Él le manifestó que era divorciado a lo que replicó ella que también lo era y que llevaba 10 años sola, con alguno que otro pretendiente, pero nada serio. Conversaron un largo rato y Octavio invitó a Adelfa a comer después de su turno en la farmacia.
Y así fue como Octavio pasó a las 8 de la noche y salió con Adelfa, fueron a un pequeño Restaurante y departieron un buen rato mientras cenaban, Adelfa le contó a Octavio su vida y sus aciertos y desaciertos, igual él, entraron en empatía con chistes y miradas, se cogieron de las manos y la conversación se turnó más íntima.
Al terminar la cena fueron los dos al parque del pueblo, eran ya las 10 de la noche y casi no había gente por el sector. Se sentaron en un a banca y se cogieron de la mano, se atrajeron mutuamente, no paraban de mirarse y en una de esas miradas se acercaron y se besaron muy apasionadamente, como si se conocieran desde hace mucho, se abrazaron fuertemente.
Conversaron un rato más y ya ella decidió irse a su casa, se fueron cogidos de la mano como novios quinceañeros, no dejaban de mirarse.
Al llegar a la casa de Adelfa, la cual estaba ubicada a las afueras del pueblo, Octavio se dispuso a irse a su hotel, pero Adelfa insistió que siguiera para que conociera su pequeña y confortable hogar. Efectivamente Octavio accedió, era una casa muy acogedora, con muchas fotos de un niño y una adolescente, Octavio preguntó que quienes eran ellos, ella le contestó que eran sus dos amores, sus dos hijos que se encontraban estudiando en la ciudad y a los cuales visitaba cada fin de semana.
Se sentaron los dos en un sofá y no paraban de mirarse, era amor a primera vista, a los dos le latía el corazón a mil, en un momento se pararon y se abrazaron fogazmente, al unísono de un beso largo y muy candente, se acariciaron y se fueron despojando de sus ropas poco a poco, acariciándose suavemente, conociendo cada centímetros de sus cuerpos, fueron al cuarto de Adelfa, y allí en medio de besos, abrazos y miradas se compenetraron de una manera que pareciera que danzaran en el aire, se miraban y abrazaban, reían y suspiraban, gozaban que una forma tal que sollozaron los dos, nunca antes habían experimentado un momento tan candente y tan íntimo como ese momento.
Llegaron al éxtasis de una forma tal que Adelfa rasgó la espalda de Octavio, y él no sintió nada pues solo gozaba ese momento tan especial, quedaron los dos exhaustos con una gran sonrisa en sus labios, y abrazados se durmieron.
Como a las 5 de la mañana Adelfa despierta a Octavio con un beso en la frente y le dice, te tienes que ir, no quiero que te vean salir de aquí, nunca antes había traído a un hombre a mi casa después del divorcio, Octavio apresurado se vistió y salió hacía su hotel.
En la tarde el abogado arrimó a donde el mecánico por su vehículo, entabló una leve conversación con éste y le preguntó que, si conocía a la dama de la farmacia del pueblo, a lo que le mecánico le respondió que sí, ella había sido su esposa y que él se había enamorado de otra mujer y se habían divorciado y nunca más le había conocido pretendiente o novio alguno, solo se dedicaba a su farmacia.
Octavio no le hizo referencia alguna a lo que había vivido la noche anterior y arrimó de nuevo a la Farmacia, la vio a ella con otro semblante, estaba sonriente, y le dijo, no sé qué pasó anoche, pero fue lo más hermoso que me ha pasado en estos últimos años, Octavio le replico igual y le prometió visitarla constantemente, y así fue, entablaron una relación y en menos de un año se casaron. Fue un amor a primera vista y no dejaron de amarse apasionadamente todas las noches.
Buenaventura, 01 de octubre de 2018.
Gabriel Jaime Aguilar Correa
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