Al inicio ustedes creerán que soy exagerado pero era un ser despiadado y brutal. Nunca diría que era un animal pero tampoco un hombre. Y por estos motivos, me referiré a él, simplemente como la Bestia.
No habrá razón para no decir que era despiadado pues estaba despojado de piedad. Un ser sin compasión ni misericordia, una cosa coja que caminaba arrastrando una pierna mala y apoyando su pesada masa sobre la pierna buena, lo único bueno que tenía. Tal vez por eso, la torturaba apoyándole todo el peso del cuerpo. Cuando se ponía morada, se retiraba a su oficina. La ponía en alto sobre una silla para recuperar la circulación y la volvía a someter a tremenda presión. Lo mismo hacía con los operarios del frigorífico.
Cada tanto salía de su oficina y rondaba los pasillos de la fábrica con el único fin de joder la paciencia. Siempre en busca de alguna presa distraída para descargar su frustración inhumana.
La gente faltaba para evitar ser denigrados en público. Menos gente más trabajo. El turno no tenía fin y se terminaba cuando se acababa el trabajo, el cual solía ser infinito. Se dice que una vez, la Bestia apareció en un turno noche y vio que las líneas de producción estaban paradas por una falla mecánica. Se abrió paso maldiciendo a cuanto operario se le cruzaba hasta llegar al jefe de turno. Éste le indicó que la picadora se había trabado. Subieron una escalinata para asomarse al borde de la tolva de vuelco. Cuchillas de corte y tornillo parecían intactos.
─¿Cuál es el puto problema?─ gruñó la Bestia, mientras pensaba en el próximo insulto y cuál sería el mejor castigo para ese equipo de trabajo que no veía a sus familias desde hacía ya más de 15 horas.
─Es el engranaje Señor, se trabó con algo.
─¿Y a mí qué carajo me importa? ¿Por qué no lo arreglan?─ El jefe tenía el rostro tenso aunque las manos le temblaban como flanes…
─Decime pelotudo, ¿vos sos parte del problema o parte de la solución? ─ El jefe presentía el zarpazo mortal. Suspensión. O peor…a la calle.
─¿Y USTEDES AHÍ ABAJO? ¿SON PARTE DEL PROBLEMA…
El jefe apenas lo empujó, desequilibrando su masa fofa sobre su pierna mala para desparramarse de cabeza contra el tornillo de molienda, lo que le abrió el cráneo al instante.
─SOMOS LA SOLUCIÓN!.─ Se escuchó al unísono.
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