Desde que la vio entrar con ese pelo corto y pintado de lila, su pequeña minifalda, sus piercings, sus tatuajes que le cubrían casi por completo piernas y brazos. Sabía que era ella. No era el tipo de clientes que frecuentaban su bar.
-Hola, tú debes ser Manolo, el dueño del bar.
-Y tú Lorena, la chica que reemplazará esta noche a Rodrigo.
-Sí, así es. ¿Qué debo hacer?
-En primer lugar, ¿tienes experiencia en esto de servir tragos, café, tapas…? ¿lo has hecho antes?
-Bueno, soy bar-woman de Varadero. ¿La conoces? Es la discoteca de moda de los jóvenes y no tan jóvenes. Tropicalísima. Full son y salsa. Bueno, era la bar-woman, porque me despidieron hace un par de días.
-Se puede saber ¿por qué?, ¿por qué te despidieron?
-Porque el gil del administrador era un abusón. No sólo creía que puede tocarnos. A hombres y mujeres que allí trabajamos. Sino que nunca nos pagaba completo, ni a tiempo. A pesar de que la disco está siempre a reventar, con clientes que pagan buen billete. No dejaba siquiera que recibamos propinas, teníamos que hacerlo a escondidas, todo pedía para el “fondo común”, que a la final era sólo para él.
-¿O sea que renunciaste?, no te despidieron.
-¡Que va! El tipo me despidió. Llegó un día pegado las cañas y estuvo hecho el coqueto conmigo, ya se pasó de la raya. Recibió mi dosis. Un chirlazo en plena mejilla, ¡que sonó! A pesar de que al fondo se oía a Oscar D’León con buen volumen, todo el mundo regresó a ver. Yo, como si nada. Hasta ahora le ha de doler al pendejo.
-¿Y?
-Cómo que ¿Y? Al otro día, que regresé a trabajar, no me dejó entrar. El guardia de seguridad me tenía un sobre, ni la mitad de lo que me debía el tacaño. Mis amigas me dijeron que le demande. Pero, ¿para qué me voy a meter en esos asuntos legales? Lo que hice es rayarle la pintura del auto nuevecito, con un fierro. Le ha de haber dolido más que la mejilla.
-Bueno Lorena, bien que me cuentas. Aquí tienes un delantal y un gorro. Los vasos y las copas están…
-Manolo, espero que tú seas diferente. Jajaja.
-Ejem. Se acabó la conversación. A trabajar chiquilla, que ya mismo llegan más clientes.
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