¿Te recuerdas a ti mismo en el primer día de clases?
El primer día de clases siempre es un momento mágico, a veces un tanto traumático, un punto y a parte en lo que serás como persona.
En el primer día de clases, es cuando se realiza uno de tus primeros, por no decir el primero, de los sacrificios importantes de la vida, ya no estás bajo el cuidado de las alas de tu padre, madre o representante. Pasas a convivir en un mundo totalmente diferente, con sitios diferentes, personas diferentes y experiencias completamente, diferentes.
Y estás tú ahí, dando tu primer gran paso, sin saber el enorme cambio que afectará ese momento a tu vida, no solo por todo lo nuevo a conocer, sino porque en un trasfondo, determinará en gran medida el rumbo que tomará tu vida, y cómo utilizarás todo lo que aprendas para tu propio desarrollo.
Sin embargo… ¿Han pensado alguna vez que pasa por tu mente, por tu vida, cuándo los papeles se invierten? Cuando ya estás grande, ya eres una persona formada, competente, fuerte, decidido a ayudar, a instaurar un cambio, en pocas palabras ¿sabes qué sucede, cuando ya no eres alumno, eres… docente?
Empiezas a detallar el cambio de panorama, ya no eres alguien que parece indefenso, ya no conocerás personas para entablar una simple amistad, ya no pintarás tu cuaderno de colores para que la maestra/o, profesora/or te felicite por ello. Ya no miras el pizarrón para escribir o aprender, ya no eres ese niño o niña sentado en un pupitre emocionado, o angustiado, nervioso o ansioso por saber de qué hablará hoy el profe, qué aprenderás o qué irá para el siguiente examen.
No, amigo mío, ya no eres esa persona. Ahora el salón se invierte 180° grados, ya no eres de un lado, ahora perteneces a otro. Ya no solamente aprenderás, ahora tu debes ayudar a otros a aprender.
No es sencillo, no será fácil ese cambio, sin embargo, para el trabajador, para el que se forma, para el que madruga todas las semanas a fin de prepararse, conoce y sabe mejor que nadie lo que significan los cambios, lo que es hacer sacrificios, lo que es sudar tu desarrollo, pero más importante aún, conoce y sabe lo satisfactorio y bueno que produce un cambio, un logro. Ese logro que tanto te ganaste y que nada ni nadie te lo va a poder quitar.
Y estás ahí, en tu primer día de clase, ahora como docente, como maestra, como profesor según tu especialidad… Estás en medio del salón, los estudiantes ahora te observan, te detallan, están al pendiente de lo que dirás a continuación con un lápiz en la mano, otros estarán conversando, puede reinar la paz o el caos, y si, ahora es tu deber decirle a ese tú del pasado, a ese tú estudiante, que se prepare, que preste atención, y que no pierda ni un instante algo que le puede servir para el resto de su vida, sólo que ese tú del pasado, aún no lo sabe, debes mostrárselo.
Comienzan tus primeras palabras como docente, has roto el primer cable de tensión, ahora no puedes parar, debes seguir, debes cautivar, debes provocar, debes hacer sentir a ese jóven, debes hacerle ver que está ahí con un propósito, una razón tan importante pero a la vez, tan descuidada, porque el trasfondo está detrás de ese esfuerzo, que tú como docente ya conoces, pero ese joven no, por ahora…
Los miras a los ojos, te das cuenta de la importancia de tu labor, miras esos ojos con ganas de que le demuestres que vale la pena el estar allí, con ganas de aprender, si quizás, pero más importante, son ojos que piden a gritos que los escuches, que también tienen muchas cosas que decir, esos ojos tienen muchas cosas que enseñar tal como tú, porque el docente también aprende de sus estudiantes, es un intercambio de saberes, es un intercambio de pensamientos, de ideas, opiniones, de vidas.
Y cuando comienzas a conocer esas mentes brillantes, te das cuenta de que tienes el futuro allí, en ese preciso momento, en ese preciso lugar, te diste cuenta que el futuro, son ellos, y tú deber es que ellos lo sepan.
¡Felicidades! Docente, o futuro docente, tomaste una de las decisiones más arriesgadas de la vida, de las más importantes y difíciles, muchas veces te criticarán, muchas veces no valorarán tu labor, tu esfuerzo, pero siempre tendrás la satisfacción de poder decir, que en tus manos, en tu trabajo, está el futuro del trabajo de todos los demás. Sin ti, el conocimiento se perdería en gran medida, sin ti, el hombre no sería lo que es hoy en día.
OPINIONES Y COMENTARIOS