el arte de escribir.

El único eje de la razón…

Con el letargo de las olas y la brisa cayendo en mi cara obstruyendo poro a poro, la barrera de mi perdición, que había sellado para que no se escaparan tus recueros que viven dentro de mí, porque he decidido tajante-mente en no dejar a la deriva, ni un vestigio de ese tormento venturoso de pasión, que me hiciste creer. La brisa, si, la maldita brisa, fue ella la que hizo que esa barrera se rompiera, no le basto trae consigo; el olor a caribe, a mar, a negro, a mujeres bellas, sino que también trajo consigo el olor a jazmines rosas del perfume de tu amor, de tu respiración, de tu presencia… esta sensación me invadió y consigo la barrera contra tus recuerdo se rompió; empezaron a salir uno a uno, eren legiones de fantasmas taciturnos, que se fueron transformando en bellos pétalos de flor que me rodearon, y me recordaban a ti… que aquella bella tarde bajo la lluvia, en que nos dimos nuestro primer beso; que aquel día de cumpleaños de mama en que te dije por primera vez que te amaba; que aquella noche en que te invite a cenar y había olvidado la billetera en casa de tus padres, y tu muy ofrecida-mente pagaste.

Enloquecí en busca de aquel olor a jazmines rosas de tu perfume, ahora me encuentro en las calles como un vagabundo errante, sin más que…. con la convicción de que alguna vez te encontrare.

Lógica con sabor a estupidez…

cada mañana que pasa se disputan una pelea dentro de mi… tengo que decidir si hacerle caso a mi corazón: sensible y sutil con decisiones que me llevan a ser más subjetivo que objetivo, O Por el contrario a la razón que se encarna en manos de cirujano y punzadas de precisión, además se apoya en mis experiencias: lo agradable y lo repugnante. Con el corazón veo aquella abuela que deambula por las calles porque su familia la ha abandonado, a aquel padre de familia que se levanta con la cara de sus hijos sucia, y maloliente: pero feliz, ha aquella pareja de esposos que barre los puentes, en busca de algún advenedizo que les reconozca su trabajo y les recompense con su dádiva. Con la razón veo aquel hombre estúpido que corta los árboles, y se queja del calor que hace en las tardes de sopor, –este clima está cada vez más loco– dice, aquellas ecuaciones matemáticas que dan resolución a un problema desaforado.

Algunas veces estas dos fuerzas contrarias pelean para adquirir el control y no se ha cual obedecer…