Ana no se permite ser abusada

Ana no se permite ser abusada

Angie Dorado

05/05/2019

Ana tiene miedo. Ana va por la calle, ya es noche, no hay rastros de la luna, y las estrellas hace rato que no se dejan ver ¿quién o qué querría iluminar tan putrefacto lugar? Ana acelera el paso, irónicamente teme ser abusada, Ana, que lleva puesto un corto vestido rojo de escote, botas de tacon, labios rojos y ojos insinuantes, Ana que es prostituta teme ser abusada. Ana tiene miedo de ese señor, el señor de traje, ese que carga un portafolio en su mano, es él quién ha seguido sus pasos en todo su recorrido, ¿qué haría un señor de traje en este lugar? Ana dobla en la esquina con la ilusión de perderlo, da unos cuantos pasos, mira hacía atrás, el señor de traje ya no está, se relaja, desacelera su paso. En la esquina Ana se detiene, saca de su bolso un espejo, luego un pinta labios barato, un polvo y un rubor, se rota el maquillaje, guarda su labial, siente un apretón en su brazo, seguido de un frío metal en su espalda, da vuelta y está frente al señor de traje. El señor de traje devora sus labios, y con su mano libre recorre rápidamente el muslo de Ana, Ana en un nulo esfuerzo por mantener la calma deja escapar un sollozo, luego una lágrima y otra más, el rostro de Ana se ha teñido de negro. Y en un descuido del hombre, Ana con gran agilidad quita la pasta de su espejo dejándolo libre cual puñal y lo estampa contra la cara del «gran señor», éste reacciona y cubre su rostro con sus manos dejando libre a Ana. Ana corre al ritmo que le dan sus piernas temblorosas, y llega, por fin llega a su trabajo.

Ana entra en el bar <>, no saluda a nadie, no está en condiciones de hacerlo, y no me refiero precisamente a su estado mental o emocional, no, Ana tiene corrido el maquillaje, no la pueden ver así. Ella entra en el baño, lava su cara, no hay toallas en el baño, utiliza papel higiénico para secar su cara, saca ese labial tono carmesí II, un polvo mate, su rubor se perdió junto a su espejo, también utiliza pestañina y delineador sin marca, sombras no, Ana dice que las ojeras adornan perfectamente los rostros, cada rostro, no necesita color, y brillo, bueno el brillo en su rostro ya no se lo devuelve ni 100 capaz de maquillaje, eso dice ella. Pero hay quienes creen que en ella se hospeda una chispa de brillantina que sale a relucirse en las caídas y en las batallas cuando ella se obstina en continuar, cuando se para en la ralla y no se deja intimidar, cuando se niega al barebacking por unos centavos más, se cree que hay un motivo, una razón que le motiva a continuar, a luchar por su vida y por sí misma, se cree, pero Ana nunca habla de su vida.

Ana arregla su vestido, lo endereza y lo sube un poco más, acomoda sus senos y el brasier, se deben notar más. Guarda su cartera, ella tiene su escondite, antes, saca dos preservativos y los guarda en la parte inferior de sus senos.

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