Categoría: Alumnos. Curso: 2 ESO.
Al llegar a casa noté que algo iba a cambiar. La cara de mis padres lo anunciaba. Ya me pareció raro esa salida anti-horaria del colegio. Y ese cierre inesperado de la bollería de enfrente. Intentaron resolver algunas de mis dudas, pero ellos no tenían tampoco gran idea.
Cuando mis temores y dudas, estaban creciendo alarmantemente, ocurrió:
-«Confirmamiento» domiciliario general.- Decía la portada del periódico.
Eso, perfecto. Era lo que necesitábamos. Además, venía a domicilio, como las pizzas. Que nos confirmasen qué pasaba, tantas extrañezas y tan poca gente.
Bueno, pues resulta que eso no fue exactamente así. En vez de aclararnos nos confundieron aún más, encerrándonos en casa. Seguramente sea por el «confirmamiento», que, como es domiciliario, será más fácil llevarlo a cabo.
Mis padres insistieron en que esta no era la razón. Los miré, comprensivo. Pobrecillos, no entienden la gravedad del asunto.
Y así fue. Nos encerraron en casa durante muchos días, pero nadie vino a informarnos. Este «confirmamiento» estaba yendo un poco lejos. Hasta que pensé,(fijaos lo bajo que caí) que quizá mis padres tuvieran razón. Pero si no… ¿Qué otras razones había? Cavilé con detalle hasta que llegué a una conclusión. ¡Claro! La contaminación. Escuché hace unos días los problemas que esta suponía. Así bajará.
Y pasaron los días en casa. Yo me lo pasaba bastante bien, pero no se podía decir lo mismo de mis padres, que resoplaban sin parar, pasaban más horas frente al ordenador y estaban agotados. Qué raro. Como si la contaminación les fuese a afectar. Con esto, llegó el día en que la contaminación acabó, y salimos de casa, como de costumbre. Estábamos muy contentos de poder salir, finalmente, a dar un buen paseo.
Y… ¡Qué sorpresa!¡Un concurso de máscaras! Cuando quiere, la gente es realmente original. Se habían puesto de acuerdo, y todos llevaban una. Aunque, sinceramente, no daban mucho miedo. (Lo siento por los ilusionados). Mi madre me informó de que yo también tendría que llevar una. ¡Grandioso!
Este año, cambiaron muchas cosas. Yo también. Crecí. Maduré. Entendí.
Porque, al fin y al cabo, la vida es la mayor de las aventuras.

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